En Honduras había unos 8.5 millones de habitantes en el año
2015. Según la Subsecretaría de Inclusión Social, 6.7% de esa población era
mayor de 60 años con una esperanza de vida de 71.1 años para los hombres y 78.6
años para las mujeres. En 2012 de acuerdo a datos de la Secretaría de Interior
y Población sólo del 8.5% de la población adulta mayor recibía algún tipo de pensión
o jubilación.
Mediante Decreto 199-2006, se emitió la Ley Integral de
Protección del Adulto Mayor y Jubilados que crea los principios, derechos,
deberes y la administración de la Ley a través de Dirección General del Adulto
Mayor, DIGAM.
Está pendiente la emisión del reglamento de la ley y en 2015
se emitió por parte de la Subsecretaría de Inclusión Social, la Política
Nacional de atención a las Personas Mayores.
La Ley prevé la siguiente disposición “ARTICULO 35. ATENCION
PREFERENCIAL AL ADULTO MAYOR Y JUBILADO. Las empresas públicas y privadas que
presten servicios, designarán lugares o ventanillas especiales para atender a
los adultos mayores y jubilados, quienes tendrán prioridad en su atención.”
En ausencia de reglamento, las empresas establecen sus
propios esquemas preferenciales que se extienden a personas discapacitadas y a
mujeres embarazadas. A medida que la población va aumentando, hay mayor demanda
de preferencia y se observan situaciones de intolerancia o conflictivas que
irán in crescendo si no se adoptan las medidas preventivas del caso.
La angustia por la atención preferente se revela con mayor
frecuencia en centros de clientela masiva como agencias bancarias, supermercados,
farmacias, antesalas de clínicas médicas y casi en todo lugar en donde es
preciso hacer turno para ser atendido.
La ley para los adultos mayores, resalta como derecho, “la experiencia y sabiduría” y
como deber, el ser “tolerantes y
solidarios”. Sin embargo, en la práctica se refleja lo contrario y los 52
millones de años acumulaos por los adultos mayores, en repetidos episodios no
constituyen ejemplos a seguir por las generaciones más jóvenes.
Casos típicos de acceso preferente que pueden convertirse en
reyertas tienen que ver con: uso de estacionamiento
privilegiado; sospecha de abuso por percepción de menor edad que la requerida; simulación
de un impedimento físico; cargar un niño de 7 años que puede caminar;
argumentar mayor edad y por consiguiente prelación respecto a los sesenta años recién
cumplidos; bilocación (pretender tener dos turnos simultáneos); y eventos
similares.
Un artículo publicado por la BBC, indica que la impaciencia
causa obesidad, hipertensión y envejecimiento. Consecuentemente, los adultos
mayores deben procurar controlar su impaciencia, sí desean vivir más. Después de 60
años de agitada vida, ¿cuál es la prisa para exigir prioridad en ser atendido
saltando el turno y los derechos de los demás, incluyendo los de su mismo grupo
etario?
Los adultos mayores pueden ser ejemplo de cordura y control.
Cuando se ha alcanzado una edad mayor, es imprescindible procurar el respeto, respetando
a los demás. El destino final de la existencia no está lejano y sí se trata de
recuperar el tiempo perdido, puede ser que a esa edad ya sea demasiado tarde.