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domingo, 21 de mayo de 2023

DERECHO DE PETICIÓN

 

La Constitución de la República de Honduras establece en su “ARTICULO 80. Toda persona o asociación de personas tiene el derecho de presentar peticiones a las autoridades ya sea por motivos de interés particular o general y de obtener pronta respuesta en el plazo legal.

Sin embargo, ese derecho no debe dar lugar al ejercicio de abusos por parte del peticionario tanto en el ámbito administrativo como en el judicial cuando los litigios resultan onerosos para todas las partes.

En medio de una controversia administrativa donde el peticionario no había cumplido con los requisitos mínimos para ejercer su pretensión, se cuestionó al funcionario receptor por qué había dado curso a una solicitud disminuida en requisitos. La respuesta del funcionario fue: “por el derecho de petición”.

Una vez que una petición irregular, incompleta o sencillamente caprichosa es aceptada, la parte afectada está sujeta a asumir una cantidad de costos pecuniarios y otros aparentemente no pecuniarios como:

1.   Tiempo relacionado con las audiencias.

2.   Gastos de traslado

3.   Gastos de documentación (constancias, etc.)

4.   Honorarios de abogado en casos judiciales

5.   Contrariedades y otros gastos.

Algunas de las expensas mencionadas son aplicables a la misma administración pública, que de manera inoficiosa debe atenderlas y solo contribuyen a redestinar los recursos recaudados de los contribuyentes. Por ello, el impacto económico de peticiones sin lugar afecta tanto a las finanzas privadas como a las públicas.

Por lo anterior es imprescindible que se establezca en Honduras legislación que disminuya o elimine la connotación volitiva de ejercicio del derecho de petición tal como existe en otros países.

En los ámbitos administrativo o judicial, el funcionario al que se dirige el conocimiento de la petición debe facultarse para que, en el preciso momento de su presentación, pueda rechazarla sí detecta que tal acto no cumple los requisitos mínimos de idoneidad, para beneficio de su propio tiempo y del tiempo de la parte afectada injustamente.

A veces la misma gestión pública es quien provoca o da lugar a que se generen situaciones de conflictividad en una sociedad como la hondureña saturada de situaciones conflictivas que como consecuencia aumenta el número de peticiones para ser resueltas por los mismos funcionarios que abren innecesarias e incómodas ventanas de oportunidad.

lunes, 22 de noviembre de 2021

CLIENTES Y POLITICA

 

“El cliente siempre tiene la razón”, expresión cliché atribuida al norteamericano Harry Gordon Selfridge (1909) fundador de la tienda por departamentos Selfridges en Londres.

El interés por mantener clientes satisfechos ha inducido la creación de espacios de servicio al cliente y otros esquemas para mantenerlo satisfecho y perpetuar su lealtad. Por otro lado, la tiranía del comprador en ciertos casos ha generado la actitud de los establecimientos a proteger sus empleados frente a la conducta inconsecuente de clientes difíciles.

En el otro extremo hay indicaciones de que los negocios se encaminan hacia la tiranía del vendedor. Y los clientes están enfrentando otra realidad al lidiar con situaciones cada vez más incómodas al adquirir los bienes y servicios que necesitan, sujeto a la discrecionalidad y ‘políticas’ de quienes los venden. 

En el ámbito hondureño suele encontrarse situaciones de equívoca percepción sobre el criterio del cliente respecto a lo que busca, gusta y necesita oportunamente. Es usual en farmacias donde al paciente, receta en mano, se le ofrece un medicamento genérico o de “similares propiedades” al indicado por el médico. Esta manipulación al comprador mediante el atractivo de un precio inferior se extiende a otros negocios que expenden productos de consumo masivo.

En tiendas, restaurantes y bancos es usual encontrar que el ‘menú´ ofrecido es extremadamente rígido. El empleado con quien se interactúa, ante una propuesta del potencial comprador puede reaccionar con una respuesta impertinente: “Es lo que hay”       que se traduce en tómelo o déjelo.

Entidades encargadas de aplicar las leyes para proteger al consumidor o garantizar la libre competencia cuentan con recursos limitados para atender el derecho de elección de los compradores, por lo que las circunstancias que enfrentan los clientes se vuelven casuísticas y destinadas a ser resueltas al momento de pago.

Una conciliación entre el afán de venta de los oferentes y el respeto a los derechos de los demandantes debe ser considerado por los negocios para garantizar la ‘salud’ de los mismos reduciendo tiranteces con los consumidores.

Un cliente sistemáticamente maltratado se tornará en comprador insatisfecho para el establecimiento/cadena que lo ha agraviado. Y, en la era de la denuncia por las redes sociales, los afectados propalarán su ofensa al mayor número de personas posible.

Extrapolado al campo político, clientes son los partidarios y simpatizantes de una propuesta de gobernabilidad. Un gobierno provee: liderazgo, mantiene el orden, servicios públicos, seguridad nacional, seguridad económica y asistencia económica.

Aparte de las contribuciones en metálico y especie para el partido y los candidatos de su simpatía, el cliente aporta trabajo político no remunerado y lo más importante, el voto.

Una diferencia con el mercado de bienes y servicios es que los clientes (electores) son compradores y socios a la vez. ‘Compran´ la propuesta del candidato y sí éste gana es posible acceder a retribuciones que otorga un partido en el poder como empleo o acceso privilegiado a beneficios no laborales, incluyendo negocios sin licitación; acceso favorable a bienes y servicios públicos; y aplicación favorable de leyes y justicia. En cambio, votantes de candidatos perdedores, aparte de pagar impuestos y cargos que aplique el gobierno podrían recibir a cambio un tratamiento sectario insoportable.

Otra diferencia del cliente político es que, sí no le gusta el establecimiento deja de vincularse con él. En política, el cliente insatisfecho soporta un gobierno incómodo o emigra del país.

 

lunes, 18 de junio de 2018

El Patriotismo en la Cuna

Letra: Presentación Centeno
Música: Rafael Coello Ramos

Qué dicha tan grande
nacer en Honduras,
como lo desearan
todas las criaturas.
Arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrurú, rurú, rurú.
Honduras hermosa,
Patria de mi niño,
que te amen tus hijos
con tierno cariño.
Arrú, arrurú…
Dicha te pedimos
para este niñito
que viva contento
como un pajarito.
Arrú, arrurú…
Duérmete mi niño
promesa segura
de tu amada tierra
llena de aventura.
Arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrurú, rurú, rurú.
Duérmete soñando
con mamá y papá
con tu bella patria
que su amor te da.
Arrú, arrurú…
Dormido te quedas
niñito risueño,
que seas por siempre
un buen hondureño.
Arrú, arrurú…

Lo que deseaban para los niños hondureños quienes compusieron esta canción, se ha convertido en una pesadilla para una niña de 2 años, a 2,000 kilómetros de su tierra, llorando luego de ser separada de sus padres. La niña, representa a centenares de miles de niños hondureños, de aquí y de allá, sin patria, sin futuro y ahora sin padres, candidatos a sufrir el trastorno por estrés postraumático.