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viernes, 3 de marzo de 2017

DEMOCRACIA EN RETROCESO

The Economist, a través de su Unidad de Inteligencia Económica ha publicado el Índice de Democracia 2016 referido a 165 países y territorios abarcando casi la totalidad de la población mundial. Es su novena edición desde el año 2006 y considera 5 categorías: 1) Proceso electoral y pluralismo; 2) Libertades civiles; 3) El funcionamiento del gobierno; 4) La participación política; y 5) La cultura política.
De conformidad con el Índice de Democracia, existen 4 tipos de regímenes: 1) Democracia Total para los países que alcanzan de 8 a 10 puntos; 2) Democracia defectuosa con 6 a 7.9 puntos; 3) Regímenes híbridos de 4 a 5.9 puntos; y 4) Regímenes autoritarios con menos de 4 puntos.
Con base en los datos del Índice referido, se calculó la situación de los países centroamericanos, resultando un promedio aritmético para los 9 años estudiados así:
Tabla 1. Democracia en Centroamérica, 2006-2016
PAIS
PUNTAJE PROMEDIO
2016
2006
Diferencia
Nicaragua
5.94
4.81
5.68
(0.87)
Honduras
5.92
5.92
6.25
(0.33)
Guatemala
5.93
5.92
6.07
(0.15)
El Salvador
6.48
6.64
6.22
0.42
Panamá
7.17
7.13
7.35
(0.22)
Costa Rica
8.02
7.88
8.04
(0.16)
 Fuente: The Economist, Índice de Democracia 2016, Elaboración propia.
Para el año 2016, de los 6 países de Centroamérica con sus respectivos rangos, 3 aparecen ubicados entre democracias defectuosas: Costa Rica (26); Panamá (45); y El Salvador (60). Los otros 3 países ubicados en regímenes híbridos son: Honduras (79); Guatemala (79); y Nicaragua (104).
Dentro de las definiciones del Índice de Democracia, las democracias defectuosas manifiestan problemas de gobernanza, una cultura política escasamente desarrollada y una baja participación política. En cuanto a los regímenes híbridos, además de mayor profundidad en las falencias de las democracias defectuosas se adicionan: elecciones con irregularidades sustanciales, presión del gobierno de turno sobre la oposición, corrupción generalizada, débil imperio de la ley, frágil sociedad civil, acoso a periodistas y un poder judicial dependiente.
En los últimos 10 años el Índice correspondiente para Centroamérica revela retroceso en la democracia. Mientras el Índice a nivel global sólo se desmejoró 3 centésimas entre 2015 y 2016, de 5.55 a 5.52, en Centroamérica el deterioro fue de 8 centésimas, pasando de 6.46 a 6.38. La situación es más sombría sí se considera todo el período desde 2006 a 2016 cuando el Índice para la región se movió de 6.60 a 6.38 o sea, disminuyó 22 centésimas.

De los 6 países, El Salvador es el único que revela en el período una situación positiva en su democracia (0.42). Una proyección en línea recta de los países con regímenes híbridos los coloca en posición temporal de llegar a ser regímenes autoritarios así: Nicaragua, 10 años; Honduras, 60 años y Guatemala 120 años. Aunque, eventos pueden acortar el pronóstico.

jueves, 28 de julio de 2016

TRAJE TRANSPARENTE

En el mundo, particularmente en el continente americano, la historia tuvo que recorrer centurias para que se reconocieran los derechos políticos a las mujeres.
La secuencia cronológica, del derecho al voto de la mujer en gran parte de América se dio de la siguiente manera: Estados Unidos (1920), Chile (1931), Uruguay (1932), Bolivia (1938), El Salvador (1939), Panamá (1941), Brasil y Cuba (1943), Guatemala y Venezuela (1946), Argentina y México (1947), Costa Rica (1950), Honduras y Nicaragua (1955).
Del voto al acceso a los cargos públicos, las mujeres tuvieron que esperar otro lapso más. Hoy, el asunto es que todavía la mitad de la población con derecho a voto, se encuentra alejada de la meta ideal que le corresponde en las responsabilidades de ostentar el poder público a los más altos niveles.
Una vez en ejercicio del cargo público o cercano a los mismos, fundamentalmente por razones de parentesco, las mujeres no han escapado al virus de la corrupción que corroe el entramado político y social de los países de este continente.
Sin embargo, a pesar de los recientes escándalos de corrupción en los que se han visto envueltas presidentas, primeras damas y otras familiares de políticos poderosos a través de la geografía americana, todavía no se destierra la percepción generalizada que las mujeres preservan una menor inclinación hacia la corrupción y el quebranto de las leyes.
La fuente de la percepción aludida puede afincarse en razones culturales, sociales, educativas, económicas y en la propia condición maternal de la mujer. Sin duda que los recursos que desvía la corrupción, disminuyen en gran medida la atención de las necesidades básicas de la población (salud, educación y vivienda) que suele ser una preocupación mayor de la mujer en las familias.
Usualmente sucede que la mujer en lugar de hechora resulta ser víctima de la corrupción y quizá tal situación explica la resolución de las féminas a combatirla por ser un flagelo que impide el desarrollo económico y social de las grandes mayorías.
Cuando la anticorrupción se viste de mujer desde las estructuras del poder político, puede esperarse mayores y más rápidos resultados en una lucha donde la convicción de realizar cambios va acompañada de los beneficios que entraña.