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lunes, 29 de julio de 2019

PERO


Esta conjunción adversativa es utilizada de manera frecuente con el propósito de contradecir lo aseverado respecto a las cualidades físicas y mentales de las personas; los criterios con relación a los animales, plantas y objetos; o sencillamente las posiciones entre individuos respecto a cualquier tópico sobre las actividades que desarrollan los humanos.
Es usual que el “perista” inicie una opinión expresando aquello en lo que está de acuerdo. Sin embargo, pronto se pasa al lado de donde está la antítesis de su alter ego y destruye con argumentos no fundamentados, todo lo que indicó favorablemente. En términos contables el perista destruye con los pasivos, todos los activos que concedió inicialmente, dejando el patrimonio argumental que ataca en una condición comprometida, es decir deficitaria.
En el campo político y más particularmente en cuanto a la gestión pública se refiere, los gobiernos en general y con mayor énfasis, los autoritarios, esperan que todo mundo se pronuncie favorablemente con respecto a las políticas públicas que ejecutan y sus repercusiones.
 Puede ser que los gobernantes esperen que quienes señalan lo que hace falta, sin mencionar aquello que constituye una obligación para quienes se despezuñan por controlar el poder, es una posición adversaria sistemática. En este caso, en lugar de ponderar las opiniones de aquellos que hacen señalamientos valederos, el funcionario público, intenta demeritar los conceptos que no se alinean con su cosmovisión.
Existen críticos en diversos quehaceres humanos como el cine, el arte, la literatura, la gastronomía, etc. Y la política no puede pretender escapar al ejercicio altruista de los críticos cuya pretensión es sencillamente que las cosas se hagan mejor en un mundo más accesible para todos.
Los críticos de la gestión pública son más consecuentes que los peristas. Y los gobiernos, en lugar de desestimular su acción, podrían utilizar aquellos señalamientos prácticos que pudieran convertirse en instrumentos a su favor. Porque la mentalidad del perista está más enfocada en destruir. ¿Qué es preferible?

viernes, 7 de septiembre de 2018

La llamada telefónica del Agente Vendedor de Seguros fue realmente infortunada. Empezó indicando: “¿No está interesado en adquirir un seguro?”. En el libro de un experto en ventas, el autor exponía que esa expresión constituía una de las formas más negativas para entablar una conversación con un cliente potencial.
La interrogante negativa, facilita -en caso de ausencia de interés total del interlocutor- una segura e inmediata respuesta similar. Y ese “no” hace perder de entrada algo que pudo cerrarse como una venta exitosa.
Un adverbio de negación cuando usted está interesado en vender u obtener algo, incluyendo un empleo, debe evitarse a toda costa. Cualquiera que sea la gestión que usted realice debe plantearse de manera afirmativa para un efectivo inicio de alcanzar su propósito.
Lidiando con un burócrata del gobierno o con un empleado privado de primera línea, la garantía de que lo solicitado carecerá de éxito es empezar la petición con un no. Y sí al adverbio de negación usted le adiciona una conjunción adversativa, la cuestión se torna más desfavorable.
Con la creciente conciencia sobre los asuntos de salud, los clientes cada vez más, ante una determinada serie de opciones en un menú, solicitan al mesero: “pero no puede ser con o sin X o Y”. Y la respuesta negativa no se deja esperar.
En las tiendas, resulta que al vendedor a quien usted pregunta el precio de un artículo de su interés, le responda -como si ya hubiera perfilado su capacidad económica- que ese producto es muy caro, conllevando la desidia por vender, así como la prisa por deshacerse del cliente. Y con esa expresión, que incluso se interpreta con una carga de discriminación, se puede destruir una oportunidad de venta.
La cultura del “no se puede” invade otros campos del quehacer humano, como los deportes, los estudios y el trabajo. Por ello es fácil imaginar que el pretendiente de una relación amorosa precipita una cómoda respuesta de la persona pretendida, sí la intención de la pretensión va acompañada de un “no” como entrada.