“La música popular es la
identidad nacional”
“Liliana Herrero es filósofa y una
de las voces más particulares de la música. Esencial en todo concierto de Fito
Páez, dice que se acerca a Atahualpa Yupanqui del mismo modo que a Sarmiento.
Esboza una forma posible de repensar el ser nacional.”
https://www.infobae.com/2007/07/09/325541-la-musica-popular-es-la-identidad-nacional/
Los atletas, parados en el pódium.
La mirada dirigida hacia el pabellón nacional. Al compás solemne y sincronizado
del himno, la bandera se desliza lentamente hasta arribar al coronamiento del mástil.
La emoción y las imágenes refulgentes de la patria, cercana o lejana, hace
brotar lágrimas, no sólo a los galardonados, sino también a los compatriotas
que los acompañan para animarlos.
El himno nacional es la cimera
expresión de identidad de un pueblo con su lar nativo. Es la mixtura de letra y
música que toca las fibras más sensibles del espíritu.
Además del nacional, Honduras
cuenta con himnos que resaltan el amor a la madre, al pino, a Lempira, a
Centroamérica (La Granadera), a Morazán, a Valle, a Cabañas, entre otros.
Luego están las diversas
variaciones de cultura musical distribuidas en música folclórica, popular, romántica,
etc. Y unido a la música, el baile y la danza. Baile típico, La Punta; danza, clasificada
en campesina y afro.
La poesía y la música se entrecruzan
cuando letra, canción y melodía conforman un módulo estructurado.
La música popular se vincula más a
la geografía física y humana. En la parte humana, exalta la belleza y virtudes de
sus habitantes y sus complicadas vinculaciones afectivas, amorosas, de
admiración y respeto. Amores exitosos o frustrados. Todo aquello inspirado en
la nostalgia de lo correspondido o ignorado. En el ámbito físico, la musa surge
de la hermosura de los accidentes geográficos; de la composición hidrográfica
de la nación. Y se canta a las montañas y a los valles; a los ríos, a los
lagos, lagunas y mares. O la creación levita y trasciende la superficie de la
tierra para buscar cobijo en un manto de nubes, en el color del cielo o en la esplendorosa
luminosidad de las estrellas.
En el canto a la tríada población,
territorio y gobierno, este último lo que más inspira es música protesta,
sinónimo de resistencia a sus iniquidades.
En suma, la música canaliza las
alegrías y tristezas de un pueblo; la belleza de su gente y la hermosura de su
territorio, de sus recursos fluviales; la ansiedad por la concreción de sueños
diferidos. La música es catarsis y resiliencia. Revela la capacidad de los
pueblos para sobreponerse a las adversidades, cantando.