Según el Instituto Nacional de Estadística Honduras contaba en 2020 con una población de 9.4 millones de habitantes, 48% hombres, 52% mujeres; 55% urbana y 45% rural; 33% menores de 19 años y 14% de 60 años y más.
Con 74% de población en edad
de trabajar (PET) de 15 años y más, la Población Económicamente Activa (PEA) es
de 44% o una tasa de participación de 59% (PEA/PET).
De 4.1 millones de PEA, 1.7
millones son asalariados; 1.8 millones no asalariados y 448 miles, desocupados (10.8%
versus la media latinoamericana de 10.6%). De los ocupados, 47% son asalariados
y 45% realizan actividades por cuenta propia, usualmente ubicados en la
denominada economía informal. La tasa de dependencia (personas promedio
sostenidas por un ocupado) es de 2.6.
Las actividades económicas con
mayor concentración de empleo son: Agricultura, 23%; comercio 19%; e industria,
16%. El desempleo abierto es mayor en la zona urbana (11.2%) que en el área
rural (10.2%). La diferencia es más pronunciada cuando se mide el desempleo por
género: 8.7% hombres versus 13.7% mujeres.
También, el paro golpea más
fuertemente a los jóvenes menores de 25 años que concentran el 37% del
desempleo. Casi un millón de personas integran el subempleo visible (laboran
menos de 36 horas a la semana) y 1.6 millones (no ganan salario mínimo)
conforman la Tasa de Subempleo Invisible (43.4% a nivel nacional). Los
desalentados (desempleados que no buscan trabajo) superan los 700,000 y se
distribuyen, 41% en zona urbana y 59% en área rural.
El ingreso promedio mensual es
de L.7,126.00. El salario promedio en el sector público es de L. 19,497.00,
mientras en el sector privado alcanza L. 7,606.00, 2.6 veces la relación salario
público/privado.
Del panorama laboral planteado
para 2020, se infieren algunas conclusiones:
El empleo privilegia, al área urbana
sobre la rural; a los hombres versus las mujeres; a los mayores de 25 años que
a los jóvenes. La situación se agudiza al observar los graves niveles de subempleo
visible e invisible, cuando el trabajador no trabaja un período prudencial de
horas o recibe ingresos muy por debajo de sus necesidades. La crisis se acentúa,
con el desempleo, que golpea más a quienes están excluidos de un puesto de
trabajo asalariado o por cuenta propia y por consiguiente de algún ingreso.
El panorama remata con los
desalentados, que estando desempleados no buscan trabajo; son más numerosos en
la zona rural y eso explica en buena medida que de allí surgen los integrantes
de las caravanas migratorias.
Es posible que las condiciones
laborales hayan mejorado levemente en 2021, pero los nuevos ingresos a la
fuerza de trabajo descubren un ambiente sombrío al intentar ubicar plazas
disponibles. Políticas públicas que fomenten el empleo deberán centrarse en
aquellas actividades económicas que muestran capacidad más rápida de generar
empleo a costos menores por puesto de trabajo.