jueves, 19 de junio de 2025

VIP

 

La sigla VIP se utiliza para designar a una persona importante; al cliente que requiere y merece una atención especial

También es una prerrogativa que establecen los establecimientos privados para fidelizar a los clientes brindándoles la posibilidad de convertirse en compradores VIP bajo el cumplimiento de ciertos parámetros.

La percepción de ese trato preferencial puede resultar en una fantasía sí el recipiente no se percata que esa ‘calidad’ la debe generar él mismo: se la gana por cumplir diversos criterios que establece el negocio que lo otorga.

Y lo fantasioso a veces choca con lo real cuando el otorgante sin avisar aumenta los umbrales mínimos de los criterios; y aquellos que no alcanzan los nuevos umbrales son apartados del camino, a veces con cierta descortesía.

Por ejemplo, el trato VIP en el campo de la hostelería y restaurantes suele tener esta categorización:

1.     Huésped VIP de nivel 3: agentes de viajes, recién casados, periodistas, organizadores de eventos o empleados de alto rango.

2.     Cliente VIP de nivel 2: miembros de consejos de administración, propietarios, socios comerciales, jefes de Estado o de país o altos funcionarios gubernamentales.

3.     Cliente VIP de nivel 1: líderes mundiales, hombres de negocios adinerados, actores o deportistas de alto nivel.

De hecho, existen otras categorizaciones vinculadas a otras industrias como la de aerolíneas y el trato preferencial a sus viajeros frecuentes.

La connotación de VIP cambia drásticamente cuando pasa al campo público y la exigencia del trato se convierte en abuso de burócratas que electos o nombrados, no importa cómo han alcanzado determinada posición, se torna en una pesadilla dentro del mismo sector público y alcanza al sector privado.

Mientras en el campo privado usualmente existen reglas escritas establecidas para el otorgamiento del trato VIP, en el campo público, prevalece más la mentalidad del funcionario que se autoconsidera merecedor de un trato diferenciado que al de simples mortales.

Y el costo de responder y sufragar los antojos de los funcionarios públicos resulta oneroso para los contribuyentes tributarios, pues la amplia gama de ‘merecimientos’ incluye desde el uso y abuso de bienes y servicios públicos, tangibles e intangibles; hasta pretender saltarse las filas y turnos adonde vayan; extender su privilegio a guardaespaldas que los acompañan; apartar a conductores de automóviles que se cruzan en su camino, etc.

La fantasía se transforma en dura realidad con más frecuencia en el campo público que en el privado, pues la temporalidad en posiciones públicas es a menudo más corta que cuando depende de la construcción de patrimonios e ingresos relacionados con actividades privadas, salvo en el caso de dictaduras políticas que alcanzan a permanecer más de un siglo en el poder (Rusia) y de allí surge el ansia de prolongar a cómo de lugar el disfrute de privilegios inmerecidos que no resultan del trabajo honesto, duro, sostenido y disciplinado de quienes se acostumbran rápidamente al trato VIP.

 


jueves, 5 de junio de 2025

El FUTURO DEL LIBERALISMO

 

Según Timothy Garton 2021, desde sus inicios hace más de 400 años, el liberalismo ha impulsado el progreso de la humanidad. y ha venido adaptándose para continuar progresando. La habilidad de su rival, el socialismo, es hacerle contrapeso mientras adopta, adapta y aprovecha su creatividad mientras mantiene la influencia ideológica en masas de seguidores obnubilados para percibir la burla que hacen de su devota inclinación. Según Hurun 2025, Rusia y China cuentan con el 30% de los principales 3025 ricos con mayor patrimonio neto en el mundo.

Lo paradójico es que variantes del liberalismo como el conservadurismo, nacionalismo y populismo, simulan ser liberales sin respetar los principios fundamentales del liberalismo. ”No hay liberalismo sin libertad”; “El populismo desprecia el pluralismo”.

Una democracia en constante cambio no depende de solo un partido. En general el liberalismo rechaza la noción de que todo mundo debería estar de acuerdo, algo que eliminaría una vital batalla de ideas. Para ello es necesario encontrar el equilibrio entre un consenso necesario y un conflicto igual de importante. El liberalismo busca una fórmula para que gente diversa viva en comunidad en condiciones de libertad. El liberalismo no se abandona, se mejora.

Después de la caída del Muro de Berlín, Pierre Hassner, 1991 predijo que volverán las aspiraciones que condujeron al nacionalismo (el anhelo de la comunidad y la identidad), y al socialismo (igualdad y la solidaridad). Así han surgido atisbos de nacionalismo en Europa y Estados Unidos, mientras en Latinoamérica, el Foro de San Pablo con sus fieles acólitos.

El liberalismo debe reducir la desigualdad de oportunidades vitales, empezando el derecho de las personas a continuar viviendo: los liberales deben enfrentarse a las más obvias: la riqueza, salud, educación y geografía (migración).

“Hay variaciones nacionales del capitalismo liberal democrático, así que la mezcla apropiada de estas medidas será diferente en cada país.”

Los liberales deben unirse a conservadores y socialistas para asumir completamente el valor de la solidaridad. También deben controlar el libertinaje implícito en la concentración de riqueza que resulta en una grave desigualdad de poder, uno de los ingredientes esenciales del liberalismo, que aspira a que todos los tipos de poderes estén limitados, dispersos y controlados mediante rendición de cuentas. Si no, el liberalismo acaba identificado como una ideología de los ricos, los establecidos y los poderosos.

Uno de los efectos de la globalización ha sido el fortalecimiento del poder del capital en relación con el trabajo. La sindicalización olvidada por la izquierda tiene que ser otra parte de la respuesta. Se necesita generar políticas en favor de la competencia nacional y global; los mercados regulados siguen siendo parte indispensable de la creación de libertad.

Los políticos, los museos, orquestas, universidades, centros filantrópicos e incluso las ONG de derechos humanos se inclinan ante millonarios formales e informales (capos del crimen) que recomiendan a sus aliados en los 3 poderes del Estado.

Respecto al nacionalismo, la nación es demasiado importante, y fuerte por su atractivo emocional, para dejársela a los nacionalistas.

George Eliot, ha explorado las experiencias, necesidades y perspectivas de grupos sociales étnicos, religiosos, sexuales o regionales, y ha enriquecido la idea de combinar la libertad y la diversidad en sociedades multiculturales.

Los liberales deben tener en cuenta que hay choques reales entre identidades particulares, pero no hay contradicción en identidades subnacionales, nacionales, transnacionales y supranacionales y tampoco entre tener identidades religiosas, políticas, institucionales y culturales, como hace la mayor parte de la gente. “El patriotismo liberal es un ingrediente esencial de un liberalismo renovado.”

El liberalismo llegó durante siglos a la mayor parte del mundo en la forma de imperialismos. “El camino al infierno puede estar pavimentado de intenciones liberales”.

Los liberales deben defender valores liberales primarios como la libertad de expresión y la independencia académica. Lo más importante que hizo el mundo liberal para vencer en la Guerra Fría fue mantener sociedades prósperas, dinámicas y atractivas. Pero también deben reconocer que existe un buen trecho de coexistencia competitiva con regímenes autoritarios.

El economista Paul Collier argumenta que limitar la inmigración puede beneficiar a las sociedades exportadoras de migrantes.  “No es bueno para ningún país que una gran proporción de sus ciudadanos más jóvenes, enérgicos, educados y emprendedores busque una vida mejor en otra parte. Con ellos huye la libertad de sus países.

El giro neoliberal desde 1980 hacia los mercados libres lejos del inflado Estado “socialista”, necesita ahora de un nuevo “nuevo liberalismo”. Imaginativo.

Este nuevo liberalismo debe ser firme en la defensa de lo esencial como los derechos humanos, el Estado de derecho y el gobierno limitado, así como  las libertades de expresión e investigación, indispensables para el liberalismo como método no como sistema.

El control empresarial plutócrata, oligárquico y de organizaciones criminales sobre el Estado debe romperse, por medios democráticos, o los procedimientos electorales de la democracia seguirán siendo explotados para subvertir el liberalismo, cuando los populistas, socialistas (que también son o se vuelven plutócratas) agiten a minorías descontentas contra la democracia y la libertad.