La Ley de Reforma Agraria de Honduras de 1972 indica: “Artículo 4. Para los efectos de la presente Ley, es entendido que la Reforma Agraria persigue reunir preferentemente en una misma persona las condiciones de propietario, empresario y trabajador.”
Los tecnócratas del sector agrícola durante décadas se acostumbraron
a conceptos de integralidad, gradualidad y formalidad. Luego los mismos términos se fueron aplicando
a las mipymes hasta convertirse en una concepción que abarca amplios sectores
de la economía.
Cuando las cifras de empleo revelan un 45% de empleados
por cuenta propia, se concluye que las políticas públicas que han prevalecido
durante 50 años han logrado muy poco en términos de alcanzar la ansiada
formalidad.
Los buenos deseos de los diseñadores de políticas
públicas para la agricultura, las mipymes y otros sectores se han encontrado
con que la lógica económica de aquellos que necesitan un empleo y un ingreso
para sobrevivir, no están en condiciones de esperar la creación de puestos de
trabajo con todas las condiciones que ofrece la formalidad cuando la urgencia
de satisfacer necesidades es inmediata. Lo más práctico ha sido crear adentro y
afuera del país, las propias oportunidades para generar los ingentes ingresos.
Intentar transformar el empleo informal de casi la mitad
de la población económicamente activa, tiene un costo enorme, tanto para el
gobierno como para la mayoría de los creadores de empleos formales: el sector
privado.
Es deseable alcanzar la condición de formalidad plena.
Pero, en el afán de buscar denodadamente esa meta, se han obviado esquemas que
pueden considerarse semi formales. Es decir, convenios en donde tanto empresas
como trabajadores, alcancen un nivel intermedio de formalidad con una combinación
de políticas públicas (incentivos); contribución privada e incrementos en la
productividad laboral.
Por otro lado, no toda la fuerza de trabajo busca un
puesto creado por alguien más. Las mipymes demuestran todos los días, que
millares de personas buscan resolver como emprendedores, aquello que la
economía no está en posición de ofrecerle. Ellos también, requieren ser
estimulados.