Luego de más de 100 años de rivalidad incluyendo guerras civiles, en Honduras, los denominados partidos “tradicionales”, adjetivación utilizada por Libre como peyorativa, con la propia actitud mezquina y ambiciosa de sus dirigentes concedieron espacio con sus acciones, para perder el poder poniendo en peligro el menoscabo total de la democracia y la libertad.
El Partido Liberal de Honduras ha sido madre nodriza del
mismo Partido Nacional e incluso de Libre, donde Mel Zelaya Coordinador General
de Libre militó al menos 38 años de su existencia.
Tanto el Partido Nacional como Liberal se ubicaron en la
denominada derecha con una diferencia: la inclinación de los liberales por las
cuestiones sociales fue refugio de los movimientos izquierdistas desde la creación
del primer Partido Comunista el 1 de mayo de 1922. Hitos que revelan cierta
coincidencia entre el Partido Liberal y el Comunista se vinculan a la huelga
general de los trabajadores bananeros de 1954 que flexibiliza la política laboral
del Partido Nacional y acelera la emisión del Código de Trabajo el 1 de junio
de 1959. Luego se emitió una Ley de Reforma Agraria y se creó el Instituto
Hondureño de Seguridad Social.
La consistencia del
Partido Liberal en su ubicación se acentúa en 1965 cuando el sector “izquierda democrática”,
relacionada con grupos empresariales del Norte del país y el pujante movimiento
obrero de la Costa Norte. desplazó al Movimiento Rodista (Modesto Rodas
Alvarado) del Central Ejecutivo del Partido Liberal. La inconsistencia de
algunas figuras empresariales que empujaron al Partido Liberal se visualizó cuando
a medida que fueron creciendo, no dudaron en tornarse tan conservadores como
sus oponentes del Partido Nacional al oponerse a la creación de sindicatos en
sus propias empresas.
Esas alianzas “público-privadas” fueron antecedentes de
aquello que los cooperantes internacionales y empresarios nacionales identificaron
como un esquema opcional a la prevalencia que tomaron las empresas públicas a
partir de las reformas sociales que iniciaron entre 1957-1963 y se acentuaron
con los gobiernos militares entre 1972-1980.
La noción de poderes fácticos (banca, iglesias, medios de comunicación,
etc.) comienza a consolidarse a medida que las alianzas con el poder político
se convierten en apalancamiento para sus propios objetivos de poder, hasta
llegar a motivar la no tan reciente intervención de grupos ilícitos organizados
que lograron introducirse dentro de los partidos políticos en los niveles
municipal, legislativo, ejecutivo, los operadores de justicia, la seguridad y todo ente público que les permita asegurar
su libre accionar en los negocios con el gobierno, la acumulación de riqueza y
la garantía individual y de sus actividades. Y la mayor perversión de lo “fáctico”
fue encontrar la convergencia de interés entre algunos de ellos para acelerar
con su avaricia la mayor acumulación de riqueza en el menor plazo posible despreciando
los riesgos.
Las empresas públicas como CONADI y COHDEFOR que cedieron a
la corrupción y hasta los intentos de economía mixta: Banco de Los
Trabajadores, Banco de las Fuerzas Armadas y Banco Hondureño del Café,
terminaron en control privado en su ciclo de transición de lo público a
privativo de quienes estuvieron en posición de adquirirlos con bonos de conversión
de deuda o sencillamente a precios irrisorios. El Consenso de Washington con su
pilar de privatización y los organismos financieros internacionales sugiriendo
y condicionando su conveniencia, desmantelaron la posibilidad de democratizar
el capital por la vía del Estado empresario que mostró y demostró ineficiencia,
exceso burocrático y abuso de los sindicatos entre otros males. Costa Rica,
conserva pública su ICE, eléctrica y telefónica.
Aunadas a la acumulación y la desigualdad surgió la
contrapartida del Estado benefactor a través de bonos por género, edad, sector económico,
etc. que no lograron escapar a la corrupción sistémica ni paliar la urgencia
creciente de empleo e ingreso de una población creciente que encontró como solución
desesperada la válvula de la emigración ilegal.
Dos dirigentes del Partido Liberal, uno expresidente y el
otro candidato a la presidencia que conocían de cerca de Mel Zelaya, advirtieron
del peligro de este en las altas esferas del poder político de Honduras. De
hecho, el mismo Zelaya ha confesado en privado ser apasionado de las mieles del
poder. Hoy, en Honduras se repite una
encrucijada que se creyó superada en 2009.