En el mundo, particularmente en el
continente americano, la historia tuvo que recorrer centurias para que se reconocieran
los derechos políticos a las mujeres.
La secuencia cronológica, del
derecho al voto de la mujer en gran parte de América se dio de la siguiente
manera: Estados Unidos (1920), Chile (1931), Uruguay (1932), Bolivia (1938), El
Salvador (1939), Panamá (1941), Brasil y Cuba (1943), Guatemala y Venezuela
(1946), Argentina y México (1947), Costa Rica (1950), Honduras y Nicaragua
(1955).
Del voto al acceso a los cargos
públicos, las mujeres tuvieron que esperar otro lapso más. Hoy, el asunto es
que todavía la mitad de la población con derecho a voto, se encuentra alejada
de la meta ideal que le corresponde en las responsabilidades de ostentar el
poder público a los más altos niveles.
Una vez en ejercicio del cargo
público o cercano a los mismos, fundamentalmente por razones de parentesco, las
mujeres no han escapado al virus de la corrupción que corroe el entramado político
y social de los países de este continente.
Sin embargo, a pesar de los
recientes escándalos de corrupción en los que se han visto envueltas
presidentas, primeras damas y otras familiares de políticos poderosos a través
de la geografía americana, todavía no se destierra la percepción generalizada
que las mujeres preservan una menor inclinación hacia la corrupción y el
quebranto de las leyes.
La fuente de la percepción
aludida puede afincarse en razones culturales, sociales, educativas, económicas
y en la propia condición maternal de la mujer. Sin duda que los recursos que
desvía la corrupción, disminuyen en gran medida la atención de las necesidades
básicas de la población (salud, educación y vivienda) que suele ser una
preocupación mayor de la mujer en las familias.
Usualmente sucede que la mujer en
lugar de hechora resulta ser víctima de la corrupción y quizá tal situación
explica la resolución de las féminas a combatirla por ser un flagelo que impide
el desarrollo económico y social de las grandes mayorías.
Cuando la anticorrupción se viste
de mujer desde las estructuras del poder político, puede esperarse mayores y
más rápidos resultados en una lucha donde la convicción de realizar cambios va acompañada
de los beneficios que entraña.