Por Modesto Meza Mejía
No hay soledad más triste y afligida que la de un
hombre sin amigos, sin los cuales el mundo es un desierto: el que es incapaz de
amistad, más tiene de bestia que de hombre. - BACON
Cuando dos almas se aman mutuamente; cuando una hace
una señal inteligente y la otra la comprende; cuando ambas son capaces de
compartir el placer y el dolor sin reservas ni mezquindades, se puede asegurar
que esas personas son amigas.
“Amistad -dice el escritor Perry Gretty- es una
hermandad espiritual que nos hace gozar cuando el amigo goza y nos hace llorar
cuando el corazón hace su fúnebre visita al corazón del amigo. Amistad es una
constante comunicación, es una participación que se hacen mutuamente las almas
que se comprenden, de todo lo bello y todo lo bueno que en ellas alienta”. Ya
que “el amigo – afirma Quevedo- ha de ser como la sangre, que acude luego a la
herida sin esperar a que le llamen”. Por eso es que es difícil encontrar un
verdadero amigo, y tan es así, que según H. Spencer Lewis, el que logre contar
los amigos con los dedos de la mano, se puede considerar tan rico como Creso.
El verdadero amigo es aquel que se da por entero. El
que es capaz de dar la vida por su amigo. Y esta actitud generosa sólo es de
aquellas personas escogidas para guardar en lo más íntimo de su corazón: el
amor, la nobleza y la lealtad. Sucede que el que no es amigo exige estas
condiciones del otro. Con frecuencia dice: - del diente al labio- “yo soy un
amigo sincero”. Y eso nos hace repetir: ¡“Dios mío” !, líbrame de mis amigos,
que de mis enemigos me libraré yo” … De esa guisa seguiríamos escribiendo
cuartillas y no terminaríamos nunca, pues la misma naturaleza humana nos da
material para hacerlo, en la medida que hacemos un sincero y honesto inventario
moral de nosotros mismos. No debemos
olvidar que todo lo que queremos de los demás debe empezar por nosotros: amor,
perdón, amistad, etc., pues así estaremos cumpliendo con aquel principio de
justicia y equidad que dice: “Haz a otro lo que quisieras que hicieran contigo.”
Publicado en la revista “EUREKA” , junio de 1974