El reciente
traspiés que sufrió la Selección Nacional de Fútbol de Honduras obliga a efectuar
algunas consideraciones sobre los factores que determinan que un equipo
participe con éxito en las contiendas internacionales que le corresponden.
El desempeño
de un equipo de fútbol depende fundamentalmente de las decisiones atinadas de
las autoridades deportivas; la capacidad financiera y física del país en cuanto
a las instalaciones en donde se realizan los entrenamientos; la capacidad, experiencia
y habilidad del entrenador; la capacidad, experiencia y habilidad de los
jugadores; y la aplicación de la justicia de los árbitros en el terreno de
juego.
En esta oportunidad,
se considerará únicamente lo concerniente al papel de los entrenadores. Un
entrenador de fútbol desempeña una profesión compleja. Debe tener formación
teórica y práctica sobre esta disciplina deportiva. Además, debe conocer perfectamente
toda la normativa que regula este deporte en el nivel nacional e internacional.
Adicionalmente,
el entrenador de fútbol debe contar con rasgos de líder, mentor, orador,
sicólogo y tener conocimientos de medicina deportiva. Tiene que contribuir a corregir
comportamientos de jugadores que provienen de esquemas familiares diversos.
Finalmente,
un entrenador de fútbol debe ser un experto en relaciones públicas. Debe
mantener buenas relaciones con los dirigentes que lo contratan; con la prensa
deportiva; y con los millones de aficionados convertidos en “entrenadores de
facto” y que esperan y exigen que la selección gane siempre. Como que los
juegos de fútbol funcionaran como monólogos.
Se necesita
dotarse de determinación y pasión para ser entrenador de fútbol. Comparada con
otras profesiones, la evaluación pública y el margen de error que les es permitido
a los entrenadores de fútbol es exageradamente reducido.
Con connotaciones
planetarias, el fútbol puede ir acompañado de algunas alegrías y de
muchas desilusiones. Sin ser los que están en primera línea de beneficiados en cuanto
a los ingresos que genera este deporte, los entrenadores de fútbol son después de
los árbitros, los profesionales más vilipendiados en el mundo de la magia de
las competencias futbolísticas.