La caminata por la paz a 106 días
de la fecha cuando lleguemos a decidir por décima tercera ocasión, la ruta democrática
que escogimos desde 1980 conlleva mensajes. Con altibajos vinculados a conductas
autoritarias no ha impedido a los hondureños perseverar en su disposición de
vivir en democracia y libertad.
En ese lapso de 45 años, las
autoridades electas han llegado al poder y una vez incrustados en esa posición
han pretendido, unos más que otros, subvertir le senda del derecho para
prolongar la estadía en el gobierno a como dé lugar y al precio que ya algunos
están pagando.
En la década de los años 80 del
siglo pasado cuando la emigración se tornó válvula de escape para salvadoreños,
nicaragüenses y guatemaltecos, Honduras se jactaba que sus habitantes aún
podían vivir de manera decente en su propio territorio.
Fue a partir de la década de los
años 90 que las condiciones económicas y de inseguridad en Honduras comenzaron
a deteriorarse rápidamente y a hacer mella en la población que sencillamente continuó
la senda ya iniciada por otros centroamericanos.
Desde hace 30 años, la huida de
hondureños ha resultado consistentemente creciente y las políticas públicas no
han logrado detener o disminuir el flujo aumentado de hondureños buscando
nuevos horizontes en diversos destinos del mundo.
Numerosas leyes del hierro de sectores
público y privado han complicado aún más la situación. Por ejemplo, en el campo
del empleo prima la vulnerabilidad de los servidores públicos a causa del
sectarismo político; mientras en el sector privado se establecen techos de edad
para los buscadores de empleo formal.
En el debate de formalidad e
informalidad del trabajo, el propio gobierno con numerosos trámites
administrativos y costos de permisos y operaciones desestimula la iniciativa de
los emprendedores mucho antes de comenzar la creación de una empresa o negocio.
En el campo tributario, Honduras se encuentra ubicado en la media de la presión tributaria de América Latina y el Caribe. Pero, los diseñadores de políticas públicas olvidan deliberadamente los costos provocados por ‘recaudadores’ no oficiales que obtienen sus ‘impuestos’ por la vía de la extorsión y la violencia.
El mensaje de la caminata por la paz
es el preludio del recado de un pueblo que dispuesto a defender la democracia y
la libertad les envía a los grupos de poder no importa si son formales o
informales. La primera muestra la dio el 9 de marzo en las elecciones internas.
Este 30 de noviembre de 2025 el pueblo hondureño ratificará con creces su
vocación por la esperanza y su tozudez de abandonar la fe.
Ojalá, los favorecidos con la
voluntad del pueblo entiendan el mensaje reiterado, pues los hondureños
prefieren volver a caminar tantas veces sea necesario, puesto que aquellos que hasta
hace un tiempo caminaban 2,000 kilómetros para buscar sueños, han encontrado ahora
la puerta cerrada.
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