lunes, 16 de abril de 2018

EN CURVA

En una reciente entrevista en vivo en una de las cadenas norteamericanas de noticias, la entrevistada opinaba sobre el libro escrito por un exjefe del Servicio Federal de Investigación de los Estados Unidos. Cuando el presentador de noticias le preguntó sí había leído el libro, ella respondió que no.
Existe una costumbre extendida a mentir sin necesidad cuando se trata de descalificar a alguien o a algo.  
En cierta ocasión, un gobierno estaba tratando de introducir una ley que resultó ser altamente controversial. En una gira por la zona sur de algunos promotores de la futura legislación, en una reunión de socialización de ésta, un reconocido periodista de la zona se dirigió a los asistentes y les argumentó: “yo no he leído esa ley, pero yo considero que les afecta”. Los socializadores quedaron estupefactos ante la desfachatez del orientador social.
Otra tendencia en este asunto de faltar a la verdad es la inclinación de algunos buscadores de empleo a exagerar en relación con el número de idiomas que dominan. El asunto aquí es que, al ser sometidos a una prueba de fuego, se desbarata la mentira y en algunos casos, se pierde el empleo.
En cualquier circunstancia, cuando no se tiene noción precisa de algo y surge una interrogante al respecto, es preferible aceptar paladinamente su desconocimiento en lugar de arriesgarse a ponerse en evidencia.

No por casualidad, en la entrada al salón de sesiones de la junta directiva de una de las mayores empresas industriales de Honduras, se puede leer una especie de advertencia a los que participan en tales reuniones: “Es preferible permanecer callado y ser considerado ignorante, que abrir la boca y remover la duda”.

martes, 10 de abril de 2018

CUENTAS CLARAS

Usualmente, la salud económica de un país se evalúa en función del comportamiento de unos cuantos indicadores macroeconómicos. A los gobiernos les interesa revelar y acreditarse los resultados alcanzados en los niveles de: inflación, tipo de cambio, déficit fiscal y el saldo de la cuenta externa, fundamentalmente.
Según datos del Banco Central de Honduras, el cálculo del Producto Interno Bruto a precios de mercado con enfoque del ingreso, entre los años 2013 y 2017 revela lo siguiente: 1) Las remuneraciones de los asalariados se redujeron de 47% a 44%; 2) El excedente de explotación bruto (rentas y utilidades) aumentaron de 9% a 11%; 3) Los impuestos netos de subvenciones observaron un incremento de 29% a 31%; 4) El ingreso mixto bruto que comprende una mezcla de rentas y salarios, no se incluye en este análisis, por no disponer de datos segregados que indiquen las magnitudes de los componentes. En todo caso, su proporción (15%) no observó modificación en el período objeto de este artículo.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, para junio del año 2016 Honduras tenía una población económicamente activa de 2.2 millones de personas y 2 millones de asalariados. Estas magnitudes muestran una idea de qué está aconteciendo con el ingreso de los trabajadores, peor cuando las proporciones presentadas en el párrafo inmediato anterior no contienen la deflactación respecto al índice de precios al consumidor (precios constantes).
Las cuentas nacionales infortunadamente no cuentan la historia real de lo que ocurre en la economía en general. El PIB anual, como se mide hasta ahora, no incluye las acciones subterráneas típicamente ilícitas que afectan adversamente el normal desenvolvimiento de las empresas y la salud económica y sicológica de las personas.
No existen valoraciones económicas sistemáticas a ningún nivel que permitan conocer los efectos del crimen en términos de extorsión, robos, secuestros, daños a la propiedad, etc. que, constituyendo costos efectivos de operación, no están previstos para ser reconocidos por alguien, salvo que se cuente un seguro para ello.
La pequeña y gran corrupción que afecta a empresarios y a la población en general tampoco tiene su “reconocimiento” en los estados financieros que se presentan ante entidades financieras y al gobierno.
A pesar de que el gobierno ha venido aumentando sus ingresos sostenidamente desde el año 2013 y continúan las severas brechas en gasto social e inversión, según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), la deuda pública de Honduras alcanzó el 50% en 2017. Entonces, aparte de aquello excluido de las cuentas nacionales, algo no cuadra cuando Honduras se endeuda de manera acelerada y miles de hondureños continúan desempleados por períodos prolongados o huyen despavoridos del país en busca de mejores horizontes.
Sí buena parte de los recursos propios y préstamos que contrata el gobierno se destinan a transferencias populistas, seguirán los halagos de los prestamistas para un deudor a quien se le condonó la deuda externa hace 13 años, a sabiendas que el peso de la deuda pública podrá hacer añicos los frágiles indicadores macroeconómicos más temprano que tarde.


sábado, 7 de abril de 2018

POLITICAS PUBLICAS

Constituyen instrumentos deliberados de un gobierno para administrar un país. Usualmente responden a un ejercicio de concertación entre gobernantes y gobernados para asegurar resultados que beneficien a las mayorías.
Generalmente, las políticas se identifican con acciones en pro de determinados segmentos de la población; actividades económicas; u otras operaciones que garanticen la existencia del estado como tal.
En la práctica, puede encontrarse gobiernos que ejecutan políticas públicas que quiérase o no, inciden severamente en el comportamiento de la población.
Cuando un número elevado de personas, la mayoría jóvenes, toma la decisión de emigrar hacia otros países exponiendo su salud, el respeto a su condición humana y hasta su vida, los gobiernos no hacen pública una política para hacer que sus habitantes se alejen involuntariamente de su lar nativo.
Ningún gobierno tiene una política pública de desempleo, inseguridad, enfermedad, ignorancia, pobreza, indigencia, falta de oportunidades, etc. Lo que sí debe tener todo gobierno, son políticas para combatir las condiciones que provocan la precariedad de la existencia de sus habitantes.
Pero, sí la ausencia de políticas en beneficio de la mayoría de la población se traduce en remesas obtenidas en condiciones laborales, migratorias y raciales cercanas a la esclavitud y al rechazo y llegan a constituir el 25% del producto interno bruto de un país, la política de ausencia de política, puede considerarse conveniente para los gobernantes y diseñar un statu quo de largo plazo que ignore el desarrollo sustentable del país, incluyendo la ausencia de acciones para recibir apropiadamente a millones de emigrantes en condición irregular en el extranjero que en cualquier momento pueden ser expulsados de donde los necesitan pero los discriminan.
Es más fácil hacer creer que se está gobernando, formulando políticas de transparencia con legislación opaca; ofrecer carreteras pavimentadas en circuitos donde hace 25 años sólo se reparan  agujeros; rellenar baches en Tegucigalpa que son lavados por unos cuantos milímetros de lluvia; ofrecer un diálogo para resolver crisis políticas sin intención de salir de su etapa preliminar; en fin, asegurarse que la mejor política se ejecute en la mentira de lo que no existe intención de hacer o cumplir.
Un expresidente reciente indicaba claramente el concepto de política pública de su gobierno respecto a la transparencia con la siguiente expresión:” No me gustaría ver preso a un expresidente”.