Es una condición real o inventada. El asunto es que el
personaje se maneja desesperado por cumplir la actividad que está haciendo de
manera apurada y de forma simultánea, está pensando en la próxima o en las
próximas tareas que se ha impuesto realizar durante el día.
El ajetreo no está en función de las acciones importantes o
no que debe efectuar el individuo. El ajetreo está vinculado a un innecesario
sentido de urgencia en la gama de actividades biológicas, laborales, de estudio
o cualquier otra tarea que se haya comprometido a sí mismo.
Mantiene un riguroso programa de actividades diarias que
ejecuta, religiosa y sistemáticamente.
Se despierta y se levanta casi a la misma hora todos los días. Sin despertador.
Arregla la cama, o mejor dicho ordena las sábanas, el edredón y las almohadas.
Se dirige a la cocina. Ingiere el medicamento que debe tomar en
ayunas. Se dirige al baño, se rasura, toma la ducha, se viste y sale a buscar
los diarios que reparten matutinamente.
Con avidez, se entera del contenido de los periódicos
mientras espera el desayuno. Luego de desayunar se lava los dientes. Se dirige
a la oficina ubicada convenientemente en su domicilio. Enciende la computadora.
Se desespera cuando el ordenador tarda en cargar. Se contraría cuando las
actualizaciones del equipo postergan el acceso a sus sitios favoritos.
Destina al menos una hora en revisar correos e información
de redes sociales. Baja y guarda aquella información que considera le puede
resultar útil en un futuro impreciso. De esa manera ha llenado de carpetas y
archivos su computador, con datos que quizá nunca utilizará.
Cuando debe efectuar gestiones bancarias, de salud o
cualquier otra diligencia, se enfrenta a la encrucijada del tránsito. ¿Hacia la
izquierda o hacia la derecha? La ruta es un dilema cada vez que se ubica frente al timón
en una ciudad donde una colisión de L.500.00 provoca embotellamientos de
kilómetros, por la curiosidad inusitada de la mayoría de los conductores. Una conducta
extraña.
Al arribar a su destino, el asunto que prosigue es conseguir
el estacionamiento apropiado, es decir, el más cercano a la puerta del
establecimiento. Una vez en el lugar de la diligencia, la cuestión es el turno
que le corresponde y la angustia anticipada del tiempo que tendrá que esperar, cuando
un innecesario sentido de urgencia se apodera de sus pensamientos. (CONTINUARÁ).
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