lunes, 20 de enero de 2020

CENTAVOS DE ANGUSTIA


El comportamiento inquieto se manifiesta de múltiples formas y vinculado a innumerables acciones cotidianas.
En el caso específico de algunos conductores de automóvil, es notoria su intranquilidad en dos ámbitos: El tiempo que trascurre y que implica el pago por estacionamiento o la urgencia innecesaria de aprovechar la luz verde de un semáforo hasta conducir en contravía.
En cuanto a estacionamientos, la lógica económica del angustiado conductor puede ser disparada por una marcada mezquindad, tacañería. Sea en clínicas médicas, un centro comercial, una oficina burocrática o la calle, donde un cuidador de carros vigila el automóvil con tarifas que están llegando a niveles de los estacionamientos de lujo, el conductor de automóvil sufre la ansiedad del minutero que, como en el taxímetro, le está indicando que, a más tiempo transcurrido, mayor será el monto para desembolsar por un espacio de parqueo.
La prisa que hace presa del inquieto conductor influye en su urgencia por culminar la tarea que anda realizando, pues lo está esperando un instrumento que significa gasto, no importa sí está parado y más aún, sí lo pone en movimiento. Esa prisa puede enervar su carácter, olvidar objetos o sencillamente tener cualquier inconveniente cuando ha perdido la calma.
Y es la máquina en movimiento donde la angustia del conductor de automóvil coloca en mayor riesgo su seguridad y la de otros automovilistas y peatones. El cruce del semáforo en verde puede estar a 100 metros de la unidad que conduce y su paciencia se pone a prueba cuando percibe que los carros delante suyo, se mueven lentamente y presiente que no alcanzará a cruzar. El hace cuentas. Eso le acarreará gasto de combustible con esperas de hasta de 3 minutos con el motor en vacío.
La exasperación del motorista angustiado induce a una de las maniobras de conducción de automóviles más atrevida y peligrosa: La circulación contravía, causa de gran cantidad de colisiones, choques, lesiones y accidentes fatales.
La reflexión sugerida a conductores con comportamientos peligrosos está relacionada a un simple análisis costo/beneficio: Comparar los centavos que “ahorra” sometiéndose a un estrés inútil, versus los miles que deberá enfrentar sí por su culpa ocurre un accidente con daños materiales y peor aún, sí su proceder causa de lesiones y víctimas fatales.


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