Hace 50 años, un estudiante de economía en medio de
una encuesta de establecimientos preguntó al propietario: “¿Por qué no levantar
capital vendiendo acciones de su empresa al público?”. La respuesta del empresario
fue rápida y demoledora: “¡Yo no voy a compartir mi esfuerzo convirtiendo a
extraños en dueños de mi negocio!”
Según el Consejo Hondureño de la Empresa Privada, el
90% de las MIPYMES (2019) son de propiedad familiar y eventualmente como en la anécdota
del encuestador económico, la tendencia de los negocios es mantener las
decisiones de la empresa circunscritas al ámbito de los parientes.
Hay hoy empresas grandes, multimillonarias en el país,
cuyo esquema de propiedad también es familiar. Y ese modus operandi se repite
en monstruos empresariales alrededor del mundo.
El asunto es que, para las empresas, crecer de manera
rápida y a costos de financiamiento accesibles, la negociación de acciones en
el mercado bursátil es condición indispensable. Eso se verifica con solo estudiar
los esquemas de financiamiento que han seguido los recientes y actuales mega millonarios a nivel mundial.
Una publicación del Banco Mundial referida al 2018
revela lo siguiente:
TABLA UNICA. Monto
Acciones negociadas como porcentaje del PIB, 2018
CATEGORIA
PAISES
|
MONTO
ACCIONES NEGOCIADAS % del PIB
|
Ingreso
alto
|
120.9
|
Ingreso
mediano alto
|
70.1
|
Ingreso
mediano
|
61.7
|
Ingreso
mediano bajo
|
27.5
|
Fuente:
Federación Mundial de Bolsas
Es reveladora la tendencia decreciente de las acciones
negociadas a medida que la categoría de los países en función del ingreso se
reduce. Los países de ingreso bajo ni siquiera asoman en la estadística. Para
Centroamérica sólo aparece Costa Rica con una proporción de 0.1%.
Desde luego que
existen otros factores que impiden el desarrollo de la emisión y compra de
acciones. Como indica Pedro Romero en Mercado Accionario en Honduras, 2019,
conspiran en contra del desarrollo de un mercado accionario, entre otros, la competencia
de los bonos públicos y de entidades financieras, la insuficiente regulación e institucionalidad y la
desconfianza del público frente esquemas fallidos de productos financieros que
culminaron en pérdidas para los inversionistas.
Entonces, a las aprehensiones de los empresarios por
temor a perder el control de sus negocios a través de la negociación abierta de
acciones, se suma las dudas de los inversionistas particularmente individuales,
quienes también temen perder sus ahorros en esquemas de bolsa que después de 30
años, no han contado con las condiciones necesarias para superar la etapa
incipiente.
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