Cuando se trata de asumir responsabilidades desde
asuntos baladíes, hasta acciones de alta relevancia las personas, entidades y
los gobiernos buscan achacar los resultados de sus errores y sus falencias a
otros. Y esta cultura de buscar chivos expiatorios está tan arraigada que, en
cuanto a personas, no importa la edad; y cuando tiene que ver con entidades y
gobiernos, no incumbe su tamaño.
En el campo individual, las personas no “botan “ni “derraman”
algo. En la punta de la lengua tienen la explicación: “Se cayó”. En el caso de
una colisión de autos, el culpable sugiere al inocente: “Usted paga lo suyo y
yo pago lo mío” y el afectado hace un cálculo rápido de costo/beneficio y
acepta la propuesta para evitar gastos de tiempo y dinero dando vueltas en la aseguradora
y en tránsito. En este ámbito de los accidentes de tránsito, sí
infortunadamente un peatón despistado impacta su auto y sufre lesiones,
prepárese para ir a la cárcel y dormir al menos una noche en una cama de
piedra.
Cuando se trata de actividades humanas que involucran
a profesionales de ramas diversas, los que fallaron y cometieron la pifias se
apresuran a indicar que la culpa es “compartida”, entre culpables e inocentes
como un eufemismo de disminuir el tamaño del error.
Cuando los gobiernos se quedan cortos en la entrega de
obras y servicios que se financian con impuestos, eluden el bulto y acusan de
negligentes a todos los gobiernos anteriores, olvidando que se han despezuñado
por escalar el poder y eso significa hacerse cargo de los activos y pasivos de
la parte pública que les corresponde.
El argumento que Hitler utilizó para invadir Polonia
fue que los germano-polacos solicitaron su intervención. Más recientemente,
Rusia se ha quedado con Crimea, utilizando idéntico argumento, en cuanto a los habitantes
rusos de esa porción de Ucrania.
Entonces, en la reticencia humana de eludir
responsabilidades, se identifican al menos tres niveles cuando no se asume el
daño causado: 1) Cuando el impacto provocado no resulta importante; 2) Cuando
se pretende compartir un daño que causa gran impacto; y 3) Cuando el
responsable proyecta su culpa hacia un inocente.
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