La ilegalidad y la corrupción son películas de cine
continuado que se exhiben de manera interminable. Constituyen comedia para sus actores
principales, secundarios y dobles. Indefectiblemente, esa comedia se transforma
en tragedia para los espectadores y víctimas que son afectados directamente
como resultado de los actos ilegales y corruptos.
El guion y secuencia de imágenes de la película es
invariable. Sólo es objeto de ciertos ajustes usualmente facilitados por
avances tecnológicos. La trama es la misma, desde que los actores descubrieron
que se trataba de un crimen que podía cometerse sin preocuparse mucho por el
castigo. Al menos en ciertos contextos.
Los actores de la obra no fueron a escuelas de teatro alguna.
Aprendieron sus habilidades en donde nacieron y se criaron. Con sus parientes,
amigos, camaradas, compañeros de estudio o de trabajo. Como en cualquier otra
conducta criminal, el corrupto delincuente tiene que contar con la
predisposición y la determinación de realizar su tarea. No importa quien caiga.
Se aseguran de antemano que los operadores de justicia estén sesgados a su
favor.
La sala de este cine carece de domicilio fijo, determinado.
El montaje y el rodaje se ejecutan en cualquier lugar reservado escogido por el
director y los actores para desarrollar el secreto guion.
El director, actor principal y los actores secundarios de la
obra afinan la edición y saben que el éxito de esta depende entre otras, de algunas
condiciones básicas:
·
Valores
morales precarios de la población en general.
·
Marco
legal ornamental: Constituciones, convenios internacionales, códigos, leyes,
reglamentos, resoluciones y manuales. Marco normativo creado para combatir el
delito y la corrupción, que no se aplica. Al contrario, se crean normas para
estimularlos. Dentro de esta última categoría se incluyen, leyes constitutivas,
decretos y resoluciones para compras de emergencia; cubrir plazas ‘vacantes´; o
cualquier asunto que el director de la película le asigne urgencia conveniente
o calculada.
·
Marco
institucional público sometido y controlado: poderes del estado, secretarías de
estado, alcaldías, gubernaturas, auditoras, fiscalías, observatorios,
comisiones, comisionados.
·
Oposición
política mediatizada y/o coludida con el poder público.
·
Marco
financiero deficiente: magros o dispendiosos recursos asignados a las entidades
que combaten el delito, la corrupción o que supuestamente defienden la
institucionalidad.
·
Operadores
de justicia dependientes.
·
Aparato
mediático y de redes sociales desorientador.
·
Sistemas
poco transparentes de las funciones públicas y privadas.
·
Licitaciones
no competitivas u oscuras y normativa vacía o contradictoria.
Entre
pequeños y grandes actos, la película continúa. Los supervisores, inspeccionan
de espaldas al escenario. A diferencia del resto de los crímenes, los
investigadores eluden evaluar los motivos, los instrumentos y las víctimas. En
lugar de buscar la verdad, encubren y justifican el delito. De esa manera, los
actores continúan desarrollando la obra encadenada en episodios a sabiendas que
habrá un rezago temporal entre el momento de los actos criminales y cuando los
espectadores se percaten y sufran su verdadera trama y sus penosas consecuencias.
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