El voto es parte de la participación dentro de una sociedad. Es un ejercicio democrático que busca el bienestar común y la libertad. Es un entrenamiento que inicia temprano en la vida de las personas. Desde la escuela, cuando se elige a las autoridades que representarán los intereses estudiantiles escolares, colegiales y universitarios.
El voto más importante resulta cuando se alcanza la edad
establecida por ley para votar por las autoridades políticas y se extiende a la
vida laboral, sindical, empresarial y hasta vecinal para escoger las
autoridades de los representantes que defenderán los intereses de cada segmento.
El voto de participación ciudadana no es asunto para tomarlo
a la ligera. Lleva implícito, valores morales y culturales aparte que, su
implicación tiene relación con el presente y el futuro de los ciudadanos, sus
familias y hasta puede extenderse a sus descendientes.
El voto político conlleva derechos y obligaciones. Cuando se
elige a las autoridades de un país en los niveles ejecutivo, legislativo y
local, se otorga la potestad de los electos de hacer uso de los recursos que
son cargados a la población ya sea que vote o no, como obligados tributarios
(ingresos tributarios o no, empréstitos, donaciones, etc.). También, se otorga
el derecho a los legisladores de aprobar leyes que se supone beneficiarán a las
mayorías de la población y a las autoridades municipales que establecerán tasas
y cargas cada 5 años dizque en beneficio de las comunidades en el ámbito local.
A través de los legisladores, se vota en elección de segundo
grado en la administración de la justicia y en ese caso, el votante original
pierde un control que otorgado al legislador es quien se arroga la facultad de
exigir prerrogativas personales a los operadores de justicia.
En Honduras en la más reciente elección, el costo al Estado
del voto para premiar a los partidos políticos se tasó en L.43.25 (USA $1.64) y
para los electores que venden sus votos, credenciales y cualquier otro instrumento
que facilite el gane irregular de un candidato, éstos no realizan el análisis
costo/beneficio de esa operación cortoplacista versus los rendimientos de poder
y económicos que obtendrá el torcido comprador a mediano y largo plazo.
Para desencanto y frustración de los votantes, los políticos
han ido perfeccionando cada vez más, diversas artimañas para destruir,
disminuir o eliminar la intención del votante. En un intricado proceso en donde
se utilizan todo tipo de argucias primitivas o de alta tecnología, la voluntad
del votante suele ser totalmente tergiversada en su contra y a favor de
intereses alejados del bien común.
Dictadores de todo tipo, conservadores o progresistas
continúan utilizando las elecciones y los votos para disfrazar aquello que
culmina decidiéndose por un individuo miembro de un consejo de 3 personas, que,
con solo abstenerse de hacer quórum, puede dar en el traste con el deseo de
millones de votantes. Pero ello sólo es posible, porque los políticos
deshonestos se resisten a modificar aquello que según sus cálculos perversos les
puede llegar a beneficiar en su oportunidad.
Quizá, algún día el perfeccionamiento de la democracia a
través del voto y la participación ciudadana lleguen a cumplir con los
propósitos que se crearon de asegurar el bienestar común. Mientras se concreta
esa utopía, habrá que continuar perseverando en el ejercicio democrático para
asegurar mejores condiciones generales de vida de la población de un país.
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