El pensamiento y comportamiento Escolástico, ha trascendido
la Edad Media y sigue manifestándose hoy de manera sutil, pero perfectamente
notorio.
Nadie está en posición de evaluar la potencialidad del conocimiento y las
habilidades de los demás, salvo que haya convivido con el evaluado cada
instante de su existencia.
Pueden mencionarse casos históricos en donde individuos
fueron descalificados por circunstanciales evaluadores y en el transcurrir de
los años, los inhabilitados se convirtieron en figuras fulgurantes de la
política o de la ciencia de la humanidad.
En el campo laboral suele acontecer que, cuando un recién
graduado busca trabajo por primera vez se tropieza ante la interrogante
evaluativa de un entrevistador que pregunta por la experiencia en relación con
la posición laboral que está pretendiendo el interesado. Y cuando la respuesta
es negativa, el virtual otorgador de empleo utiliza la falta de experiencia como
criterio fundamental para deshacerse olímpicamente del aspirante.
En algunas instituciones públicas, privadas y de organismos
internacionales existen escuelas de liderazgo para preparar sus propios cuadros,
pero no para nuevos postulantes a empleos. Presidentes, ministros, altos
funcionarios, diputados, jueces, etc. difícilmente van a encontrar escuelas de
formación para ocupar las posiciones y responsabilidades que les corresponda.
Las habilidades de las personas se van construyendo con el
estudio y la experiencia y sobre todo el apropiado uso de su capacidad intelectual, mezclada con la inteligencia emocional. Por consiguiente, el hecho
que alguien no cuente con experiencia previa en una tarea específica, de
ninguna manera significa que debe excluírsele, puesto que, también sus
evaluadores, empezaron con la primera vez.
En estos tiempos de la aldea global, una cuestión que se ha
desarrollado plenamente es el acceso a la información y al conocimiento. Y para
opinar sobre un tema, un lector no requiere remontarse a los antiguos griegos
para expresar un criterio con más o menos soltura sobre cualquier materia a la cual le
haya dedicado unas cuantas horas de estudio. Desde luego, para considerarse
especialista, la persona debe seguir un protocolo de captación del
conocimiento, su aplicación y constante actualización.
El comportamiento escolástico y la pretensión de
descalificar está vinculada a silenciar y suprimir la libre expresión. Conlleva
una suerte de monopolio del conocimiento y de la verdad absoluta por parte del
sujeto activo, a la usanza de los monjes de la edad media.
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