Es un ejercicio casi enigmático entender cómo José
Cecilio del Valle con sus estudios en la Universidad San Carlos de Borromeo de
Guatemala, hace 200 años logró manejarse en 5 idiomas y mantener
correspondencia entre otros con Alexander de Humbolt, Jeremías Bentham y Monsieur
Julien, director de la Revue Encyclopedique. Unos 100 años después, Abel
Gamero, residiendo en Danlí sostenía intercambio epistolar con Julio Verne. Y
seguramente, otros hondureños hicieron algo similar a Valle y Gamero y sólo sus
descendientes o historiadores lo saben.
Uno puede asumir que gran parte del éxito de los
inmigrantes que llegaron a Honduras desde inicios del siglo pasado, además de
su vocación por los negocios fue el manejo de idiomas extranjeros lo que les
facilitó las operaciones del comercio internacional y la creación de emporios
económicos que sus descendientes administran hoy.
Aprender idiomas distintos de la lengua nativa permite,
simultáneamente, conocer e identificarse con la cultura, la economía, la
ciencia, la tecnología, el arte, la historia y las costumbres de los habitantes
de numerosos países alrededor del mundo.
Manejarse en varios idiomas abre las oportunidades al
desarrollo personal e intelectual de aquellos que destinan una porción de su
tiempo, esfuerzo y disciplina, para aprender y desentrañar la lógica de las
palabras, la gramática y hasta los refranes cuyo mensaje es similar en idiomas
distintos, pero el uso de las palabras encierra la construcción de mentalidades
diferentes, e incluso la cosmovisión de pueblos distintos.
Dominar diversos idiomas no tiene que utilizarse como
un signo de arrogancia por parte de quienes disfrutan ese privilegio. Al
contrario, es una manera de cultivar la humildad cuando se descubre que en la
aldea global que conforma este planeta, existen unos 7,000 idiomas y dialectos.
Y que hacerse entender en más de un idioma, es alentador, pero constituye una
gota ante el mar diverso de lenguajes que plantea la comunicación entre los
humanos.
Hoy, con todas las facilidades que existen para
aprender idiomas de forma cómoda y económica, no hay pretexto para dejar de
incursionar en estudiar uno nuevo. Y la satisfacción de empezar a entender otra
lengua, puede resultar similar a la de un bebé, cuando inicia el balbuceo de
sus primeras palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario