Para no inducir a confusión, este término se refiere a los
oficios y profesiones que desarrolla una persona en el campo laboral.
Los avances tecnológicos han irrumpido en el mundo del
trabajo, anulando antiguas ocupaciones, transformando algunas y creando nuevas profesiones y oficios. Labores tradicionales que alcanzaron su apogeo y esplendor durante
el siglo pasado, sucumbieron ante la aparición de las máquinas, mecánicas y eléctricas.
La computación con sus 6 generaciones, desde 1951 ha transformado el campo de
las actividades humanas de manera irreversible.
Hay ocupaciones en el campo del entretenimiento, por
ejemplo, los cómicos, que parece que tuvieran los días contados. Al menos en
los espacios en donde sus seguidores se han acostumbrado a encontrarlos, como los
circos, para hacer más llevadera la existencia con sus ocurrencias, desplantes e irreverencias que provocan la hilaridad de quienes les ven o les escuchan.
En Honduras, ha sido evidente la escasez de cómicos y los
pocos con vocación que decidieron escoger ese oficio, usualmente fueron arrinconados
o acomodados a los espacios de las radiodifusoras. Aún, con esa área reducida, lograron
crear sus fieles audiencias que religiosamente esperaban la hora de sus
intervenciones radiales para paliar el agobio de la lucha cotidiana.
La alusión es en pasado porque, en la tarea tenaz por
sobrevivir, los cómicos desde 1950 a la fecha, han reducido la extensión de su
existencia. Y su denodado afán por alegrar la tristeza endémica de un pueblo harto
de calamidades, pudo haber hecho mella en su ilusión por arrancarle sonrisas a
una sociedad que languidece en las angustias que debe soportar como víctima
inocente de la ignominia.Una condición a la cual no escaparon ellos mismos.
Entre personajes y programas que endulzaron en su momento al
auditorio hondureño se recuerda a: El indio Calcañal; Platicando con mi
Barbero; La Escuelita Alegre; La Noticia Sin Malicia; Margarito El Guardia;
Cuentos y Leyendas de Honduras; Frijol El Terrible, y otras figuras de la
farándula hondureña que contribuyeron al entretenimiento nacional.
A falta de obras de teatro, operas, conciertos y todo
aquello que es común encontrar en ciudades fuera de Honduras, gran parte de la
población ha encontrado en las redes sociales llenar el vacío de esparcimiento
necesario para su salud mental. Un entretenimiento que molesta a la cúpula del
poder político, que está dispuesto a eliminar la última capa de pasatiempo que ha quedado a los hondureños.
A veces, los gobernantes se toman muy en serio. Tan a pecho,
que consideran a los gobernados como los súbditos de un reino de jolgorio, que
sólo existe en su cabeza y en la de aquellos que derrochan los dineros del
pueblo; un pueblo cuyo mecanismo de defensa es explotar las ridiculeces, e imaginarse
las pensadas de los cómicos que ya no están, para sobrellevar la pesada carga
de soportar a una gavilla de intolerantes abusadores.
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