viernes, 2 de febrero de 2018

APOROFOBIA

Según FUNDEU, aporofobia es un neologismo que significa ‘odio, miedo, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el que no tiene recursos o el que está desamparado’. Los gobiernos autoritarios están plagados de individuos que pareciera sufren de tan desgraciado temor. Una fobia que los induce a utilizar diversos instrumentos como la corrupción, la impunidad y la represión para escamotear la satisfacción de las necesidades básicas a los más desposeídos.
 Con sus políticas y acciones desde el poder, los aporofobos manifiestan su hostilidad restringiendo el empleo, el ingreso, los alimentos, la vivienda, la salud y hasta las formas de comunicarse de aquellos cuyo único recurso ante la adversidad es lamentarse y hacer catarsis de las penurias que son obligados a padecer, mientras los que ostentan el poder, arrebatan sus posibilidades de bienestar. O sea, la iniquidad se concreta en la doble condición de estar amolado y callado a la vez.
Desde que la democracia tomó fuerza a partir de la revolución francesa, son contados los casos en el mundo en donde el progreso de las naciones surgió de gobiernos dictatoriales. La tendencia de las dictaduras hacia concentrar el poder, la riqueza y la discriminación de los más débiles es incongruente con la coexistencia del desarrollo económico y social.
Una vez que un determinado grupo asalta el poder o se mantiene en él por la fuerza, los diversos grados de autoritarismo se verán y se harán sentir. Cualquier manifestación pública de disidencia o descontento, es considerada un atentado al orden establecido. Y comienzan por intentar regular todo tipo de comportamiento humano que consideren hostil, ahora particularmente el que se manifiesta en las redes sociales. Es decir, para los aporofobos no es suficiente detentar el poder. La hostilidad es su monopolio absoluto.

Precisamente, las redes sociales ayudan a no sorprenderse de los desatinos del poder. Desde Kirguistán, pasando por Irán y más cerca en Brasil y Venezuela, las acciones para controlar las redes sociales, se repiten de manera frecuente en cada vez más amplios escenarios geográficos. Y tampoco deberá extrañarnos en el caso hondureño, que los renovados “orejas”, famosos en la dictadura de hace 80 años, terminarán exponiendo iniciativas legislativas como, por ejemplo: “ley de las malas miradas”, “ley de control de las cartas postales”, y eventualmente, “ley de desclasificación de las confesiones religiosas”, para eliminar las expresiones de “odio y discriminación” de la ciudadanía.

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