Faltaban 15 días para las elecciones generales. Un grupo de treinta
“aportantes” se reunía alrededor del candidato presidencial quien decidió
practicar su oratoria frente al escaso grupo y reseñar a su audiencia privada,
algunos de sus pensamientos sobre temas fundamentales que concernían al próximo
gobierno de la nación.
Cuando el candidato se refirió al tema de la transparencia,
con convicción categórica expresó: “En el manejo de la cosa pública, sí no robo
yo, no robará nadie”. Los asistentes, algunos de ellos, aspirantes a funcionarios
públicos se quedaron viendo unos a otros sorprendidos, perplejos, estupefactos.
El planteamiento del candidato parecía tener el sello de un juramento solemne
ante el altar de la patria. Quizá, pensaron unos, estamos frente al nuevo José
Trinidad Cabañas, un patriota modelo de honradez que fungió como presidente de
la República de Honduras entre 1852 y 1855.
Para fortuna del candidato y algunos de sus más cercanos
seguidores, se agenció con la presidencia del país. Los acontecimientos que se
dieron desde su ascenso al poder anticipaban todo lo contrario al honorable
compromiso que había indicado a un reducido grupo de testigos antes de ganar la
presidencia de la República. Su desprecio por las leyes y solemnidades para
nombrar a sus funcionarios y el descarado mal manejo de los recursos públicos que
sobrevino después fueron la pauta que marcó su gestión gubernamental.
El aspirante a imitador de Cabañas resultó magnánimo con algunos
de sus principales colaboradores y con todos aquellos que conspiraron fuera del
sector público a fin de ejecutar un proyecto para modificar el sistema político-económico
del país con el apoyo de gobiernos extranjeros, para detentar ilegalmente el
poder por la vía del continuismo prohibido expresamente en la constitución de
la República. Un similar intento, está a
punto de concretarse sí el oficialismo gana las elecciones este mes de
noviembre.
El ofrecimiento del entonces íntegro candidato antes de las
elecciones una vez en el poder cambió a: “Sí yo robo, quienes acompañen mi
proyecto político están invitados a hacer lo mismo”. Y ocurrió entre otros
casos que, reporteros resultaron dueños de medios; burócratas consumidos,
adquirieron propiedades en el extranjero; y esforzados litigantes son ahora renombrados
inversionistas y empresarios en el exterior del país.
Hoy, uno de los más conspicuos padrinos del expresidente, ha
sido condenado a 9 años y medio de prisión por corrupción. Paralelamente, otro
expresidente suramericano ha sido encarcelado al igual que su esposa, también
por corrupción, quedando en evidencia que el hurto de los recursos públicos ha
escalado a una práctica de 4 manos y
a veces muchas más allá, cuando un presidente, al mejor estilo de Alí Babá, comparte
el despojo con su familia y allegados.
Una vez que la corrupción es sistémica en un país, roba el
jefe de la pandilla y consecuentemente, substraen sus secuaces. Es un cáncer
que hace metástasis desde el vértice hasta la base. El asunto, es que los cacos
del erario disfrutan sus ganancias con la mayor impunidad, mientras se desvían cuantiosos
fondos de salud, educación, vivienda y otras necesidades fundamentales que los
gobiernos están obligados a facilitar con los impuestos y la deuda para el
bienestar general de la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario