sábado, 15 de julio de 2017

PIRAMIDE DE CORRUPCION

Faltaban 15 días para las elecciones generales. Un grupo de treinta “aportantes” se reunía alrededor del candidato presidencial quien decidió practicar su oratoria frente al escaso grupo y reseñar a su audiencia privada, algunos de sus pensamientos sobre temas fundamentales que concernían al próximo gobierno de la nación.
Cuando el candidato se refirió al tema de la transparencia, con convicción categórica expresó: “En el manejo de la cosa pública, sí no robo yo, no robará nadie”. Los asistentes, algunos de ellos, aspirantes a funcionarios públicos se quedaron viendo unos a otros sorprendidos, perplejos, estupefactos. El planteamiento del candidato parecía tener el sello de un juramento solemne ante el altar de la patria. Quizá, pensaron unos, estamos frente al nuevo José Trinidad Cabañas, un patriota modelo de honradez que fungió como presidente de la República de Honduras entre 1852 y 1855.
Para fortuna del candidato y algunos de sus más cercanos seguidores, se agenció con la presidencia del país. Los acontecimientos que se dieron desde su ascenso al poder anticipaban todo lo contrario al honorable compromiso que había indicado a un reducido grupo de testigos antes de ganar la presidencia de la República. Su desprecio por las leyes y solemnidades para nombrar a sus funcionarios y el descarado mal manejo de los recursos públicos que sobrevino después fueron la pauta que marcó su gestión gubernamental.
El aspirante a imitador de Cabañas resultó magnánimo con algunos de sus principales colaboradores y con todos aquellos que conspiraron fuera del sector público a fin de ejecutar un proyecto para modificar el sistema político-económico del país con el apoyo de gobiernos extranjeros, para detentar ilegalmente el poder por la vía del continuismo prohibido expresamente en la constitución de la República.  Un similar intento, está a punto de concretarse sí el oficialismo gana las elecciones este mes de noviembre.
El ofrecimiento del entonces íntegro candidato antes de las elecciones una vez en el poder cambió a: “Sí yo robo, quienes acompañen mi proyecto político están invitados a hacer lo mismo”. Y ocurrió entre otros casos que, reporteros resultaron dueños de medios; burócratas consumidos, adquirieron propiedades en el extranjero; y esforzados litigantes son ahora renombrados inversionistas y empresarios en el exterior del país.
Hoy, uno de los más conspicuos padrinos del expresidente, ha sido condenado a 9 años y medio de prisión por corrupción. Paralelamente, otro expresidente suramericano ha sido encarcelado al igual que su esposa, también por corrupción, quedando en evidencia que el hurto de los recursos públicos ha escalado a una práctica de 4 manos y a veces muchas más allá, cuando un presidente, al mejor estilo de Alí Babá, comparte el despojo con su familia y allegados.
Una vez que la corrupción es sistémica en un país, roba el jefe de la pandilla y consecuentemente, substraen sus secuaces. Es un cáncer que hace metástasis desde el vértice hasta la base. El asunto, es que los cacos del erario disfrutan sus ganancias con la mayor impunidad, mientras se desvían cuantiosos fondos de salud, educación, vivienda y otras necesidades fundamentales que los gobiernos están obligados a facilitar con los impuestos y la deuda para el bienestar general de la población.

  

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