Es usual que personas jóvenes que rozan las 4 décadas vivan
bajo la impresión de que, como en la novela de Oscar Wilde, El Retrato de
Dorian Grey, nunca les llegará la etapa en donde el otoño de la existencia se
plantea como un parteaguas y las urgencias para afrontar la vida son
radicalmente distintas a las que enfrenta la juventud plena de salud y vitalidad.
Fue notorio en ocasión de las elecciones del colegio
profesional más grande y más poderoso económicamente de Honduras, que la cúpula
oficialista del país manifestara especial interés en lograr que el grupo de sus
simpatías se impusiera en las elecciones de ese gremio. Y lo lograron.
Unos días después, un sábado, el presidente saliente de esa
asociación convocó una asamblea a la que asistieron animadamente sus miembros
jubilados, para compartirles que ahorros efectuados durante su
gestión evitando gastos en actividades superfluas que resultaban normales en el pasado,
se destinarían para un bono adicional único a los miembros jubilados. Para algunos, la jubilación de ese colegio resulta
ser el único ingreso que reciben.
El asunto es que han transcurrido 3 semanas desde que se tomó
la decisión de otorgar el bono adicional que con tanta expectativa está
esperando la mayoría de los beneficiados, algunos de los cuales efectúan
frecuentes visitas a las oficinas bancarias para encontrarse con la
desagradable experiencia de que el ansiado bono adicional aún no ha sido depositado.
La noble decisión de la junta directiva saliente de
sujetarse la faja para acumular cierta suma de dinero en beneficio de sus
colegas que han salido del mercado laboral después de varias décadas de
ejercicio profesional, está dejando hasta ahora un sabor amargo a los indicados
beneficiarios, pues los nuevos directivos del gremio parecen tener pensado otros
destinos para tales recursos resultado de políticas de austeridad.
Mientras llega el cercano bono de
junio, los jubilados continuarán verificando en sus cuentas bancarias, el
arribo del ansiado bono único, que tiene las connotaciones de una tomadura de pelo. Entonces, parodiando a Gabriel García Márquez en su novela El
Coronel no Tiene Quien le Escriba, en este caso se trata: “el jubilado no tiene
quien le pague”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario