viernes, 25 de mayo de 2018

PATENTE DE CORSO

Los acuerdos que un gobierno suscribe con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no constituyen patente de corso para que, justificando los compromisos con el ente internacional, se asfixie la economía de un país y sus habitantes, porque la santidad de lo comprometido está por encima de todas las cosas.
Tampoco, los parámetros acordados con el FMI obligan a que las autoridades económicas se preparen para una carrera olímpica de 100 metros planos, pues hay que apurarse por cumplir con las metas del otorgante de patentes. Las metas son umbrales referentes y usted no está obligado a tropezar su cabeza con el dintel. Sí se queda corto, por debajo de una meta como la inflación, mejor para todo mundo.
Mucho menos, el FMI es el chivo expiatorio de las responsabilidades de quienes están obligados a fomentar el desarrollo económico y social con estabilidad. Sí así fuera, se podría contar con dummies de ventrílocuo o con robots que se encarguen de la tarea; no hacer mucho por propia cuenta; y al final intentar eludir las consecuencias. Por supuesto que hay espacio para mitigar los choques externos reduciendo el despilfarro y combatiendo la corrupción.
De enero 2013 a la actualidad, el tipo de cambio del lempira por un dólar de los Estados Unidos se depreció 17.37%. En ese mismo lapso, la inflación en Honduras aumentó en 24.23%. Desde luego que la inflación no está influenciada únicamente por deslizamientos en el tipo de cambio, pero, no se puede ignorar que las importaciones de bienes que significan un 50% del Producto Interno Bruto, no resultan inocuas en la formación de los precios internos.
Por otro lado, la base del actual Índice general de Precios al Consumidor (IPC) ya tiene 20 años y en ese lapso, los 282 productos que conforman la canasta para medir las variaciones de precios han quedado rezagados ante las nuevas preferencias, gustos y necesidades de los consumidores. En Guatemala con base, 2000, la canasta tiene 424 productos; en Costa Rica, con base 2006, 292 productos.

Además, el IPC es “general” y promedio. Cada familia individual tiene su propio IPC que depende de las características de su consumo. También, cada familia puede calcular su propio IPC, como un ejercicio de cómo se van deteriorando sus ingresos. En todo caso, la mejor percepción del cambio de precios usted la tiene cuando sistemáticamente hace sus compras en los establecimientos del caso o recibe las facturas de los servicios que requiere la vida moderna, la mayoría de ellos, cobrados en dólares americanos.

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