Los acuerdos que un gobierno suscribe con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) no constituyen patente de corso para que, justificando los
compromisos con el ente internacional, se asfixie la economía de un país y sus
habitantes, porque la santidad de lo comprometido está por encima de todas las
cosas.
Tampoco, los parámetros acordados con el FMI obligan a que
las autoridades económicas se preparen para una carrera olímpica de 100 metros
planos, pues hay que apurarse por cumplir con las metas del otorgante de
patentes. Las metas son umbrales referentes y usted no está obligado a tropezar
su cabeza con el dintel. Sí se queda corto, por debajo de una meta como la
inflación, mejor para todo mundo.
Mucho menos, el FMI es el chivo expiatorio de las
responsabilidades de quienes están obligados a fomentar el desarrollo económico
y social con estabilidad. Sí así fuera, se podría contar con dummies de ventrílocuo
o con robots que se encarguen de la tarea; no hacer mucho por propia cuenta; y
al final intentar eludir las consecuencias. Por supuesto que hay espacio para
mitigar los choques externos reduciendo el despilfarro y combatiendo la
corrupción.
De enero 2013 a la actualidad, el tipo de cambio del lempira
por un dólar de los Estados Unidos se depreció 17.37%. En ese mismo lapso, la
inflación en Honduras aumentó en 24.23%. Desde luego que la inflación no está influenciada únicamente por deslizamientos en el tipo de cambio, pero, no se
puede ignorar que las importaciones de bienes que significan un 50% del
Producto Interno Bruto, no resultan inocuas en la formación de los precios
internos.
Por otro lado, la base del actual Índice general de Precios
al Consumidor (IPC) ya tiene 20 años y en ese lapso, los 282 productos que
conforman la canasta para medir las variaciones de precios han quedado
rezagados ante las nuevas preferencias, gustos y necesidades de los consumidores.
En Guatemala con base, 2000, la canasta tiene 424 productos; en Costa Rica, con
base 2006, 292 productos.
Además, el IPC es “general” y promedio. Cada familia
individual tiene su propio IPC que depende de las características de su
consumo. También, cada familia puede calcular su propio IPC, como un ejercicio
de cómo se van deteriorando sus ingresos. En todo caso, la mejor percepción del
cambio de precios usted la tiene cuando sistemáticamente hace sus compras en
los establecimientos del caso o recibe las facturas de los servicios que
requiere la vida moderna, la mayoría de ellos, cobrados en dólares americanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario