domingo, 14 de abril de 2019

RESTAR


Política, es el arte de gobernar. Entonces, cuando un partido político ha estado en el poder 22 de los últimos 86 años (1/4 de tiempo) está jugando a cualquier cosa, menos a gobernar. Y gran parte de las causas para que persevere permanecer en la llanura, se debe al quehacer de sus propias autoridades, militantes y simpatizantes.
En la década de los años 50 del siglo pasado, el eslogan del partido era: sumar, unir, vencer. Una de las explicaciones de mantenerse fuera del poder es precisamente, haber abandonado esa triada que le permitió alcanzar la victoria en 1957 y subsistir un poco menos de 6 años en el control del gobierno.
Desalojado por la fuerza en 1963, no tardó mucho tiempo en profundizar su división interna con uno de los expedientes que más daño le ha hecho: Expulsar a prominentes líderes que no coinciden con la línea de las autoridades del partido. Una acción que hizo daño hace 50 años y cuya práctica continúa hoy, cuando las circunstancias no pueden ser más adversas.
La costumbre de crear círculos de hierro alrededor de los candidatos ha sido una estrategia excluyente que ha hecho daño a un partido que no se caracteriza precisamente por la disciplina.
Durante la campaña de su penúltimo presidente, un simpatizante ofreció participar en uno de los grupos que se conformaron para elaborar el “programa de gobierno”. Habló con el coordinador del grupo de su interés y la respuesta precisa y lacónica fue:” Ya estamos todos los que debemos estar”.
Más recientemente, en las elecciones internas previas a la última elección general el mismo simpatizante ofreció sus servicios a los dos principales precandidatos y obtuvo como respuesta un sepulcral silencio.
El PLH debe volver a la triada que le funcionó alguna vez. De otra manera, su modus operandi se reduce a restar, desunir y perder. Los últimos resultados, reflejan una disminución sostenida: 800,000, 600,000 y 400,000 votos. Resultados nefastos para el considerado por un siglo, primera fuerza política de Honduras, fuera del poder.
De continuar con la tendencia descendente, puede ocurrir que, en los próximos 80 años que restan del siglo XXI, el PLH resulte totalmente borrado de la posibilidad de acceder al poder.


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