miércoles, 13 de diciembre de 2017

ESTAFA

En Honduras, el gobierno es la empresa más grande. Según cifras del Banco Central, el consumo y la formación bruta de capital fijo públicos, significaron en el año 2016, 14.5% y 3.36% del Producto Interno Bruto respectivamente, para totalizar un 17.86% del PIB.  En términos de empleomanía, también el gobierno es el mayoritario. No se comparten cifras de empleo por la falta de confiabilidad en los datos.
Las personas naturales y jurídicas que generamos ingresos, contribuimos vía impuestos al sostenimiento de esa empresa a cuya dirección accede el presidente de la república (gerente general de la nación) por medio de la política, a través de elecciones y los votos que cada 4 años depositamos en las urnas los obligados tributarios, cuyos resultados son modificados en las actas y culminan en consabidas manipulaciones tecnológicas.
El Gobierno de Honduras acostumbró en algún momento contar con numerosas empresas estatales y paraestatales, la mayoría de las cuales fracasaron en la producción de bienes y servicios. Una de las mayores muestras de ineficiencia se dio con un ingenio azucarero que arrojó pérdidas durante 15 años consecutivos; se privatizó, y los propietarios privados lograron en el primer año bajo su control, utilidades por L.10 millones de hace más de veinte años.
Empresas estatales como la telefónica y la de electricidad, se caracterizaron por mal servicio, altos cobros y limitada cobertura mientras sus utilidades eran utsadas con oscura discreción en beneficio de grupos e individuos. Sucedió en una ciudad del oriente del país que, por falta de disponibilidad de líneas telefónicas, varias empresas tabacaleras emigraron para establecerse en un país vecino.
Ahora, el argumento de inefectividad del gobierno no significa de ninguna manera, simpatía alguna por esquemas mediante los cuales, los escasos bienes y servicios propiedad de la nación se distribuyen a la garduña entre “inversionistas” nacionales coludidos con extranjeros sin arriesgar un centavo y que empiezan a hacer obra o rendir un servicio cuando han recaudado el dinero de los contribuyentes y usuarios, estimulando la concentración de riqueza.
Existen modelos de inversión que pueden resultar igual de efectivos y con una connotación distributiva. Las empresas de capital popular no son novedad en Honduras. Desde hace cincuenta años el Banco de los Trabajadores, de las Fuerzas Armadas y del Café, demostraron la forma de dar acceso a propiedad del capital a pequeños accionistas. Luego, las cooperativas en general y las de la reforma agraria en particular constituyen ejemplos que estimulan la equidad. Un ejemplo más reciente es AGROBOLSA.
El punto es que los ciudadanos de un país, tributamos para recibir del gobierno servicios eficientes de educación, salud, vivienda, infraestructura; seguridad individual, jurídica y de nuestras fronteras; protección social a grupos vulnerables; esparcimiento; y la esperanza de un futuro mejor para las nuevas generaciones.

La mayor estafa consiste en que, la asamblea a la que acudimos cada 4 años para nombrar al gerente del país y demás autoridades es envuelta en acciones fraudulentas y consecuentemente aquellos en posición de aplicar mayor cantidad de triquiñuelas se agencian la gerencia de la nación, no para proveer los bienes y servicios que la mayoría de la población demanda, sino para garantizarse una vida de lujo para sus familias, amigos, correligionarios y grupos de apoyo.  El fraude es una estafa.

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