La temporalidad de las cosas mundanas obliga a reflexionar
acerca del comportamiento humano y la desesperación de algunos individuos por
satisfacer necesidades inmediatas o resolver las cuestiones de largo plazo de
sus seres queridos, de su descendencia. El afán por el bienestar desmedido
convierte en miserables a los adoradores del poder y la riqueza a cualquier
costo, incluso dejando sin alimento y hasta sin vida a los más desposeídos.
Jean Valjean, el personaje de la novela de Victor Hugo,
muestra la naturaleza de la justicia que encarcela 19 años a un tío que trata
de paliar del hambre de sus 5 sobrinos, robándose unas hogazas de pan; mientras
en el cuento de León Tolstói, el zar muere de enfermedad porque su cura estaba
en la camisa de un hombre, que no portaba tal atuendo.
No existe garantía de que, la fortuna construida con base en
las múltiples formas de corrupción perdurará y menos, crecerá en manos de la
prole que graciosamente recibirá la lotería de la viveza de sus ancestros. Y
todo el “sacrificio” de esquilmar a los sin techo y sin comida puede tornarse
en un fiasco mayúsculo, en una ilusión fugaz.
En Honduras, durante el pasado siglo, hubo dos lapsos perfectamente
identificables por su saqueo y abuso de poder: uno de 16 y el otro de 18 años
consecutivos. Cuantiosas fortunas,
fueron edificadas en ambos lapsos y a sus constructores no los recuerda nadie
porque o las dilapidaron ellos mismos o sus descendientes.
De la primera horneada de corruptos (la de los 16 años)
algunos perdieron sus fortunas en oscuros juegos de cartas. Confundieron su
suerte en subyugar por la fuerza un pueblo, con la de los juegos de azar.
Uno de los cabecillas del segundo lapso por un puñado de
lempiras se adueñó de la línea aérea propiedad del gobierno. En dos décadas se
quedó sin la aerolínea, luego de deficiencias operativas y administrativas de
la empresa, así como un trágico accidente aéreo provocado por pilotos beodos.
Mañana, Honduras repetirá una etapa que no se observaba en
70 años. El continuismo resultado de manipulaciones ilegales y elecciones
amañadas se pretenderá consolidar con un “diálogo” que, en otros contextos como
Venezuela, se ha convertido en una estrategia para ganar tiempo como en el
poema épico de Homero, La Odisea y su personaje, Penélope.
Sin pretender parecer sacerdote de oráculo, es previsible
que ciertas manifestaciones de intolerancia y agudización de la corrupción se
profundizarán. El reciente salvataje retroactivo a delitos cometidos desde 2006
es una muestra de todo lo que se avizora en el futuro.
Los delincuentes públicos han perdido totalmente la vergüenza.
Y en la arrogancia de su fiesta interminable, se olvidan de que algún día buscarán
sin éxito una camisa que alivie sus penas o desearán ávidos las hogazas de pan
que precisaban los sobrinos de Jean Valjean.
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