viernes, 26 de enero de 2018

LOS MISERABLES

La temporalidad de las cosas mundanas obliga a reflexionar acerca del comportamiento humano y la desesperación de algunos individuos por satisfacer necesidades inmediatas o resolver las cuestiones de largo plazo de sus seres queridos, de su descendencia. El afán por el bienestar desmedido convierte en miserables a los adoradores del poder y la riqueza a cualquier costo, incluso dejando sin alimento y hasta sin vida a los más desposeídos.
Jean Valjean, el personaje de la novela de Victor Hugo, muestra la naturaleza de la justicia que encarcela 19 años a un tío que trata de paliar del hambre de sus 5 sobrinos, robándose unas hogazas de pan; mientras en el cuento de León Tolstói, el zar muere de enfermedad porque su cura estaba en la camisa de un hombre, que no portaba tal atuendo.
No existe garantía de que, la fortuna construida con base en las múltiples formas de corrupción perdurará y menos, crecerá en manos de la prole que graciosamente recibirá la lotería de la viveza de sus ancestros. Y todo el “sacrificio” de esquilmar a los sin techo y sin comida puede tornarse en un fiasco mayúsculo, en una ilusión fugaz.
En Honduras, durante el pasado siglo, hubo dos lapsos perfectamente identificables por su saqueo y abuso de poder: uno de 16 y el otro de 18 años consecutivos.  Cuantiosas fortunas, fueron edificadas en ambos lapsos y a sus constructores no los recuerda nadie porque o las dilapidaron ellos mismos o sus descendientes.
De la primera horneada de corruptos (la de los 16 años) algunos perdieron sus fortunas en oscuros juegos de cartas. Confundieron su suerte en subyugar por la fuerza un pueblo, con la de los juegos de azar.
Uno de los cabecillas del segundo lapso por un puñado de lempiras se adueñó de la línea aérea propiedad del gobierno. En dos décadas se quedó sin la aerolínea, luego de deficiencias operativas y administrativas de la empresa, así como un trágico accidente aéreo provocado por pilotos beodos.
Mañana, Honduras repetirá una etapa que no se observaba en 70 años. El continuismo resultado de manipulaciones ilegales y elecciones amañadas se pretenderá consolidar con un “diálogo” que, en otros contextos como Venezuela, se ha convertido en una estrategia para ganar tiempo como en el poema épico de Homero, La Odisea y su personaje, Penélope.
Sin pretender parecer sacerdote de oráculo, es previsible que ciertas manifestaciones de intolerancia y agudización de la corrupción se profundizarán. El reciente salvataje retroactivo a delitos cometidos desde 2006 es una muestra de todo lo que se avizora en el futuro.

Los delincuentes públicos han perdido totalmente la vergüenza. Y en la arrogancia de su fiesta interminable, se olvidan de que algún día buscarán sin éxito una camisa que alivie sus penas o desearán ávidos las hogazas de pan que precisaban los sobrinos de Jean Valjean.

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