miércoles, 29 de junio de 2016

INFORMACION PÚBLICA

La población debe estar informada de todas las actividades públicas. Es un derecho de los ciudadanos y un deber de los funcionarios. Contribuye a una gestión pública más eficiente y reduce las posibilidades de prácticas corruptas.
En años recientes, han proliferado normativas internacionales y nacionales; convenios; instituciones y entidades; conferencias; seminarios; y reuniones para impulsar la transparencia de la función pública. De manera inversa, los índices nacionales de corrupción continúan inamovibles y hasta en ascenso sin responder a los numerosos esfuerzos que se realizan para su reducción.
Se trabaja en función de aperturas. Y así, se cuenta entre otros instrumentos con gobiernos, presupuestos, licitaciones y cabildos abiertos. Es posible que tal apertura contribuya a conocer más casos de corrupción ahora, que en el pasado reciente. Nada más. Entonces, el éxito logrado está vinculado al conocimiento de los actos ilícitos pero no a su prevención, sanción y penalización.
La percepción de transparencia, puede resultar totalmente opuesta a su propósito. El solo hecho de transparentar una acción, no resulta automáticamente en garantía para reducir la corrupción. Todo lo contrario. Argumentos vinculados a defensa, seguridad, confidencialidad y similares, constituyen vías libres legales para cometer actos irregulares.
El avance en el acceso a la información pública, no ha impedido la emisión de leyes, decretos, y resoluciones de información reservada, partidas confidenciales y compras directas, creando amplias masas de manejo discrecional tanto de recursos financieros como materiales.  Hasta el acceso a datos que son importantes para el desarrollo y la investigación de un país, se torna difícil o inaccesible.
Cuando transcurren 23 años sin contar con un censo agropecuario no hay duda que las acciones de aquellos que se atreven explotar actividades de por sí riesgosas, resultan en decisiones asumidas con una venda en los ojos. Sitios en la red poco amigables, que exhiben escasa información estadística, el cobro por suministrar la misma y hasta la de leyes que la ciudadanía está obligada a conocer, convierten el acceso a la información en una vereda intransitable.
Para que el acceso a la información contribuya a la transparencia, debe evaluarse su impacto efectivo en la disminución de la corrupción. El estudio permanente y las acciones correctivas de aquellos elementos que obstaculizan sus objetivos, aunado a una participación ciudadana más activa pueden contribuir a alcanzar más rápidamente sus propósitos.



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