Eran unos minutos antes de las diez de la mañana. El
tránsito de Norte A Sur del Bulevar Fuerzas Armadas suele ser fluido a esa
hora. Una extensa cola de carros hacía una fila de unos dos kilómetros, hasta
llegar al Edificio del Banco Central de Honduras. En la vía Este-Sur-Norte, del
mencionado bulevar había un accidente de tránsito y se apreció sin detener el tráfico, dos
personas tendidas en el pavimento. Un accidente más de los cotidianos que se
dan en Tegucigalpa.
Quizás, los sociólogos, sicólogos y siquiatras, quieran explicar
que hay detrás de esta conducta que pareciera responder al apetito desbordado de
estar al tanto de todo lo trascendente e intrascendente que ocurre alrededor de
las personas. Las miradas expectantes de los curiosos no alivian el dolor de
las víctimas, ni la angustia de los responsables de los accidentes de tránsito,
si no se han dado a la fuga. Los cuerpos de socorro y seguridad se encargan de
lo que corresponde.
Hay un corte en la carretera que va de Tegucigalpa a Danlí a
la altura del kilómetro 60. Más de 20 años de paso reducido a una vía, tiene
esa trampa donde han caído varios carros. En una ocasión, viniendo de Danlí a
Tegucigalpa, precisamente había volcado un automóvil. Iba de pasajero y el
conductor con quien viajaba, sacó el carro de la calzada y estacionó. Al
preguntarle por qué hacía eso, respondió: “¿Qué tal sí el accidentado es
pariente mío? Me pareció un argumento entendible, pero no justificable del todo.
El afán del conductor era sumarse a las decenas de curiosos que hacían más reducido el
espacio para transitar.
Pareciera que la curiosidad se explica en parte por la
inclinación a su pariente, el chisme. Mientras más datos relevantes o
irrelevantes se tengan acerca de los demás, mayor es la cantidad de información
para favorecer amigos; desacreditar enemigos; o minimizar la vida y actividades
de quienes se ubican en el subconjunto de los indiferentes.
La curiosidad no es pecado. Sin ella, curiosos no habrían
hecho sus aportes al avance de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, si el
tiempo que se destina para asuntos baladíes que son importantes sólo a quienes
concierne, se ocupara en eventos importantes, quizá el nivel de desarrollo del
país estaría en otro nivel.
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