Fuente: ANCESTRY, traducción libre.
Con menos de dos abrigos en su espalda y unas pocas monedas en sus bolsillos, muchos inmigrantes fueron recibidos en América por la Estatua de la Libertad, una gloriosa visión que reemplazaba en esperanza, las vicisitudes de la prolongada travesía. ¡Ay! Pero para algunos, este regocijo se desvanecía rápidamente en la Isla Ellis, cuando los inmigrantes recién llegados eran arreados dentro de los corrales de espera y obligados a esperar por horas, días, o semanas, antes de conocer su destino.
Con menos de dos abrigos en su espalda y unas pocas monedas en sus bolsillos, muchos inmigrantes fueron recibidos en América por la Estatua de la Libertad, una gloriosa visión que reemplazaba en esperanza, las vicisitudes de la prolongada travesía. ¡Ay! Pero para algunos, este regocijo se desvanecía rápidamente en la Isla Ellis, cuando los inmigrantes recién llegados eran arreados dentro de los corrales de espera y obligados a esperar por horas, días, o semanas, antes de conocer su destino.
La
Estación de Inmigración de la Isla Ellis, operó desde enero de 1892 hasta
noviembre de 1954, ubicada cerca de la desembocadura del Rio Hudson a una milla
en las afueras de Manhattan, pero a una vida de distancia sí un inmigrante no
obtenía el permiso de pasar por las puertas de inmigración.
Solo
los pasajeros del entrepuente eran requeridos a pasar por las inspecciones de
salud, ya que los pasajeros de las cabinas de primera y segunda clase recibían
sus revisiones médicas a bordo y la mayoría eran despachados por su propia
cuenta. El resto, llamados la “plebe” tenían que ser clasificados antes de ser
liberados para entrar en la “Ciudad Imperial”.
La
primera orden del día era un examen físico. A medida que los inmigrantes
caminaban a través de la gran sala, algunos eran marcados con símbolos con tiza,
determinando su estatus. Los doctores efectuaban”
exámenes físicos de seis segundos”, evaluando las condiciones médicas de los
inmigrantes de un vistazo. Luego, los inmigrantes eran interrogados con una
serie de preguntas incluyendo nombre, ocupación, y capital financiero (con
buena salud y un poco de dinero, un hombre era considerado un inmigrante
deseable y las puertas de la Tierra Prometida volaban para abrirse). Los inmigrantes pobres en cambio tenían que
pasar exámenes de lectura, escritura e historia. Los inmigrantes más potentados
no.
Solo
12 de los 17 millones de inmigrantes que llegaron a la Isla Ellis, entre 1892 y
1924 pudieron “tocar” suelo americano. Para el resto que fueron enviados de
regreso, la Isla Ellis fue conocida como la “Isla de la angustia “o la “isla de
las lágrimas”.
Pero
para la mayoría, fue el comienzo de una nueva aventura y la oportunidad de
vivir el “Sueño Americano”.
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