VENTAS
Para garantizar
la satisfacción de los clientes, los vendedores de bienes y servicios deben asegurarse
de que lo ofrecido es cierto y que al
momento de utilizar lo adquirido, el comprador estará libre de sorpresas
desagradables. Una buena venta debe estar ausente de medias verdades que puedan
inducir al cliente, a devolver lo comprado.
Es posible
que la política del engaño responda al afán
de los ejecutivos de un negocio por incrementar las ventas y que los vendedores
solo responden a ese infortunado modus operandi. Sin embargo, a la hora de
generarse una desavenencia el cliente señala al vendedor que busca asegurar su
salario, como responsable de su reacción,
cuando la fuente del conflicto está en otro lugar y responde a otras
motivaciones de lucro desaforado.
La peor
actitud de un negocio al intentar expandir sus ventas es partir de la hipótesis
de que todo cliente al que le ofrecen por ejemplo, un producto financiero como
una tarjeta de crédito, no se percatará de que, al momento de utilizarla, los
beneficios que le indicaron estaban incluidos en el instrumento de pago, eran exageradamente
condicionados.
Cuando un
cliente de tarjetas de crédito tiene
perfil clase A porque paga sus saldos de contado, la lectura que debe hacer un
vendedor es que se encuentra ante alguien que toma en serio sus finanzas en
cuanto a ingresos y gastos se refiere. El comportamiento de alguien que paga de
contado no responde necesariamente a una persona de altos ingresos.
Sencillamente se trata de alguien que analiza cuidadosamente las ventajas que
otorgan los instrumentos financieros a favor de sus clientes y toma ventaja de
ellas. Es un esquema en donde el cliente libra de dolores de cabeza al ente
emisor.
La venta de
beneficios ficticios de una tarjeta de crédito puede llegar a desarmar el
equilibrio financiero que un cliente ha logrado establecer en el tiempo como
consumidor de productos financieros y dañar su limpio comportamiento con otros
entes del sistema con los que mantiene relaciones financieras.
En conclusión,
las ventas amañadas atentan contra el cliente, la entidad misma que estimula
este comportamiento perverso y las otras entidades con las que el mismo
cliente mantiene responsabilidades.
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