Con la convocatoria del Tribunal Supremo Electoral para las elecciones
generales que se practicarán el 26 de noviembre de 2017, ha iniciado la carrera
de los candidatos a cargos de elección popular en la República de Honduras.
Los manuales de marketing político le indican a los
candidatos presidenciales y a sus asesores qué deben hacer para ganar una
elección y cada país tiene sus propias características. Muy pocos libretos se
encuentran para señalar qué se debe obviar para evitar perder una elección.
Dos eventos novedosos fundamentales están presentes en la
actual campaña electoral: la reelección presidencial y la presencia de una
alianza política formal, desde la oposición. Aun cuando, se plantee que existen
todas las respuestas a cualquier movimiento de ajedrez que amenace a la parte
interesada en retener el poder político, se desconoce qué maestro internacional
participante ha jugado partida alguna de ajedrez con el campeón mundial, Magnus
Carlsen.
La observación de los principales acontecimientos políticos sucedidos
en los meses recientes permite evaluar algunos comportamientos de
partidos/candidatos que podrían desembocar en la pérdida de la elección
presidencial:
1.
Concentrar el poder público y el del partido
para garantizar ilegalidades y eliminar cualquier intento de competencia
partidaria o no. Los aspirantes correligionarios, frustrados, se hacen los
entusiastas, pero no lo están.
2.
Manejar el partido de manera absolutista o como
si fuera negocio particular ignorando el impacto provocado por la descapitalización
resultante de la fuga de congresistas que han huido a refugiarse en otros partidos;
perder el control legal del partido; o desconocer el desgaste en el ejercicio
del poder.
3.
Inflar las urnas en las elecciones primarias, con
papeletas fantasmas o provenientes de personas sin capacidad o posibilidad para
ejercer el voto (niños y difuntos), e inducir el sufragio forzado.
4.
Manejar un doble estándar en el manejo de redes
sociales: una como precandidato y la otra como candidato, ignorando a quienes
inicialmente no dudaron en brindarle su apoyo.
5.
Distraer tiempo en interacciones virtuales con
activistas de oposición en lugar de dedicarse a consolidar la unidad real de su
partido y plantear propuestas coherentes.
6.
Concentrarse en asegurar una posición y dejar a
la deriva a todos los líderes que lo acompañaron en sus incursiones políticas.
7.
Desdeñar las estructuras de liderazgo existentes
en los departamentos y municipios por atender asesoramiento proveniente de asesores
apolíticos.
8.
Preestablecer proporciones de focalización en el
electorado asumiendo que el voto duro está seguro y lo que importa es el voto “independiente”.
El candidato “vende” y los electores deciden.
9.
Confiar la campaña política en círculos de
hierro conformados por amigos y allegados que, nunca se han sometido al voto
popular o cuando lo han hecho han fracasado estrepitosamente.
10.
Desdeñar el aporte espontáneo, intelectual o
monetario de militantes de su partido.
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