El Proyecto Administración y Costo de Elecciones (ACE)
indica que los
partidos políticos pueden celebrar alianzas sobre variedad de cuestiones como:
participación mixta en las elecciones, formación conjunta del gobierno tras los
comicios, oferta de apoyo externo a un gobierno existente y la unión de fuerzas
con varios partidos para derribar a otro, para modificar elementos del sistema
político o para determinar políticas concretas.
Pueden formarse alianzas
con candidatos de cada partido político, integrantes de las mismas que ya no representarán
más al partido por el que resultaron electos en los respectivos niveles
electivos y circunscripciones geográficas.
Otra opción es
presentar listas de los partidos en cada circunscripción geográfica o nivel electivo,
a fin de garantizar el apoyo electoral para cada uno. Esta práctica previene
los efectos adversos que la dispersión del voto podría ocasionarles a ellos o a
los partidos de los cuales pueden esperar algún apoyo o cooperación.
En el caso
hondureño, las dos alianzas que intervendrán serán de naturaleza parcial y
corresponderán a los bandos oficialista y de oposición. Está pendiente para
ambos casos, los grados de compromiso en el nivel electivo y geográfico, así como
la duración de la alianza una vez pasadas las elecciones.
Información que
ha trascendido en los medios de comunicación, anticipa que la alianza
oficialista estará integrada por los siguientes partidos: Nacional, quien la
presidirá, Democracia Cristiana, Unión Democrática (que ya ha sido cogobierno
nacionalista) VAMOS y FAPER. La alianza opositora ya empezó a conformarse con
los partidos LIBRE, PAC, PINU y la agrupación Corazón Azul. Falta por decidirse
qué camino tomarán los partidos Liberal y Alianza Patriótica con respecto a las
coaliciones o sí participarán en las elecciones generales independientes de las alianzas.
De acuerdo al
presidente el PAC, el proyecto de alianza opositora que integra se ha “definido”
desde el mes de octubre de 2016. Por su parte, el Coordinador de Libre señala
que hay tres opciones para escoger al candidato presidencial: consenso,
encuesta o votos. Tales situaciones podrían convertirse en desventaja para los
partidos que no han especificado su ruta en cuanto a su influencia en el
ideario, plan de acción política y programa de gobierno, principio de
integración nacional, distribución de cargos de elección popular,
financiamiento público y demás acuerdos bajo los cuales actuarán las alianzas.
En términos de
representatividad ante los organismos electorales y particularmente las Mesas
Electorales Receptoras(MER), la alianza oficialista manifiesta ventaja hasta
ahora, al contar con más partidos integrando su alianza, lo que repercutirá en
mayor número de integrantes en las MER influyendo en el proceso de recepción, recuento de
votos y transmisión de resultados.
Como experiencia
novedosa en Honduras, uno de los mayores retos para ambas alianzas consistirá
en persuadir a sus seguidores que la oferta política “vendida” en elecciones
primarias, para los partidos políticos que intervinieron, mejorará al
participar en la alianza.
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