Durante el actual proceso electoral hondureño que
culminará en noviembre de 2017, el oficialismo ha criticado a la oposición por
la ausencia de propuestas. El eslogan principal de campaña del oficialismo se
reduce a que “lo bueno debe de continuar”, idéntico al que esgrimía el actual presidente
de Paraguay para justificar su fracasada aventura reeleccionista. La mejor
propuesta del oficialismo es la reelección, violando la constitución.
Según Jack Fleitman (2012), la propuesta o
plataforma política es la oferta que cada partido o grupo social y su candidato
hace al electorado en busca de conseguir su preferencia, afianzar la simpatía y
la intención de voto. Generalmente se da a conocer por los candidatos y líderes
en discursos, entrevistas, debates, presentaciones, folletos y eventos.
La propuesta seria, es lo más importante en un
proceso electoral ya que es el medio para prometer las soluciones económicas,
políticas, sociales y culturales a una comunidad y a sus electores. La oferta
de un mitómano (mentiroso patológico) sólo es creíble por “convencidos” e
ilusos.
La sociedad hondureña ha aprendido de la forma
más dolorosa, que candidatos presidenciales con frecuencia incumplen lo que juran y prometen, y más bien, una vez en el poder resultan ejecutando acciones inconstitucionales
e ilegales como la reelección presidencial, el continuismo y el irrespeto
sistemático y generalizado a la institucionalidad.
La reelección presidencial en Honduras es un
proyecto de un grupo transversal determinado -no todos nacionalistas- que, para
continuar detentando el poder de la nación, pretende cerrar espacios a la
oposición y a miembros del Partido Nacional con aspiraciones presidenciales.
La actual propuesta de reelección del oficialismo
se repite después de 81 años y ya le ha costado al pueblo hondureño miles de
millones de lempiras que han sido desviados en propaganda y compra de
voluntades en lugar de utilizarse para ejecutar políticas públicas en beneficio
de la población en general. Y costará mucho más desde ahora hasta que se
realicen las elecciones generales. El oficialismo financiará la “campaña
electoral” de 8 partidos.
El gobierno no puede esperar y mucho menos
exigir, que la oposición le aplauda por aquello que, siendo su obligación,
ejecuta muy parcialmente. Tampoco debe estar buscando chivos expiatorios
justificando los problemas que no ha podido o no ha querido resolver, como responsabilidad
de gobiernos previos. Quien busca gobernar recibe los activos y pasivos de la administración
pública; es obligación de todo estadista aumentar los primeros y reducir los
segundos. No al revés. En 7 años y medio continuos el oficialismo ha mostrado su capacidad de
despilfarro.
Para un país como Honduras que enfrenta enormes
problemas, la priorización de sus soluciones es la mejor propuesta. Un
candidato presidencial debe comprometerse con la institucionalidad y la
legalidad en lugar de atropellarla. La
sociedad hondureña está también interesada en conocer qué va suceder con la
corrupción, el desempleo, la inseguridad individual y jurídica, los negocios, la
emigración, el ambiente, la competitividad, la tecnología, la educación, la
salud, la vivienda, la infraestructura, las concesiones y en general, qué se va
hacer para ir cerrando las brechas del subdesarrollo en que se encuentra sumida
la nación.
En política a cada quien le interesa vender que
lo que hace está “bueno”; en cuanto a gobernar, siempre habrá alguien que lo
hará mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario