La decisión de la Convención del Partido Liberal de Honduras
de participar en una alianza política sólo sí su candidato presidencial, Luis
Zelaya, es el candidato de tal coalición, ha marcado la cancha y el panorama
que puede anticiparse para las elecciones generales de noviembre 2017.
La alianza LIBRE, PAC, PINU y Corazón Azul generaron su
propósito de controlar la alianza política de oposición partiendo de la lógica
de algunos refranes que privilegian como que todo es más favorable para quien
se adelanta o anticipa en una acción determinada. Dicha expectativa tiene como
contrapartida otro adagio que a veces resulta abrumadoramente práctico: “no por
mucho madrugar, amanece más temprano”.
De hecho, la amenaza de la alianza opositora alertó al
oficialismo que ha reaccionado al menos con dos acciones: 1) establecer su
propia alianza partidaria; y 2) debilitar la alianza opositora por medio de su intervención
en el PAC.
Antes de celebrar su convención, el Partido Liberal sabía
que la alianza oficialista ya contaba con 7 miembros este noviembre en las
mesas receptoras electorales (MER). Las MER se convertirán en un escenario
clave que definirá sí los resultados electorales en todos los niveles electivos,
corresponderán a una contienda limpia.
Luego de los resultados que se darán en las elecciones del
PAC del 21 de mayo de 2017, dicha coalición oficialista contará en noviembre con 8 miembros
en las MER. Con ese número de representantes, la alianza oficialista se
garantiza copar los puestos directivos de las mesas, o sea asegurarse el
control absoluto de las mismas en todo tipo de decisiones que haya que resolver
por votación de sus integrantes el día de las elecciones.
Quizá, la resolución de la convención del Partido Liberal
sirva para una coalición con el partido Alianza Patriótica, sí eso conviene a los
intereses de ambos partidos. Entonces, se estaría contemplando en noviembre el
accionar de 3 alianzas: una oficialista y dos opositoras.
Cualquiera que sea la decisión que asuma el presidente del
PAC, luego de quedarse sin partido, la o las alianzas opositoras alcanzarán a tener
4 representantes en las MER. La calidad de estos representantes en términos
de personalidad, carácter y capacitación serán cruciales para contrabalancear la mayoría oficialista
en las mesas.
Con una representación de 8 a 4 en las MER a favor de la
alianza oficialista, otro de los mecanismos de contrapeso será la presencia de
observadores independientes nacionales e internacionales para garantizar que
nadie será obstaculizado en el ejercicio del sufragio y que la recepción,
conteo y transmisión de resultados se hará de manera que se minimice las
posibilidades de fraude.
La oposición deberá esmerarse en la capacitación de los
votantes para reducir al máximo la pérdida de votos por razones de nulidad. Cada
voto válido, tendrá esta vez, un valor inconmensurable.
Con el resultado de las elecciones generales de noviembre,
se estará jugando el futuro de Honduras.
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