Noviembre 26 de 2017. El sol volvió a posar los rayos con su
manto de vida sobre esta tierra irredenta -Honduras- para regalarnos la luz de
vida cotidiana que a fuerza de sufrir el infame maltrato de algunos de sus
hijos, contra sus coterráneos, se le ha secado las lágrimas de los ojos, de
las quebradas y están en peligro, de escurrirse la mayoría de sus ríos.
Hay numerosos empresarios en este país, a quienes crear,
levantar y consolidar un negocio les costó más de cien años de esfuerzo
tesonero de 3 ó 4 generaciones. En el
otro extremo, contamos con individuos que, desde el poder público, coludidos
con delincuentes de todo tipo, se han agenciado fortunas mal habidas en menos
del tiempo que dura una generación, por medio de la audacia, los trinquetes
legales y políticos, el desprecio por sus semejantes y la ausencia de
miramiento.
La avidez por la vida fácil hace perder la condición humana
a cualquier individuo. La codicia de los
desalmados está por encima de la existencia de los demás. No sólo es cuestión que
el fin justifica los medios. Es que los medios son el fin para quienes
priorizan el goce de los bienes materiales por encima de las necesidades básicas
de las mayorías empobrecidas a causa de su egoísmo recalcitrante.
Hace 80 años quien se oponía a la actitud autoritaria del
poder político de turno, recibía como represalia la triada represiva de
encierro, destierro y entierro. Hoy, el encierro lo sufrimos la mayoría de la
población que no disponemos de guardaespaldas proporcionados por el gobierno
sólo a sus cercanos simpatizantes, mientras se descuida la seguridad pública;
el destierro ha tomado la figura de la emigración forzosa, por la misma
inseguridad y la falta de oportunidades; y el entierro se enfrenta, cuando la mayoría
de la población no recibe la adecuada atención médica, por el desvío de
recursos, atribuido a la corrupción.
Hoy, es el momento de revertir la sensación de desesperación
por la esperanza; el sobresalto por
la seguridad; la enfermedad por la salud; el desempleo por puestos dignos; la
emigración por el arraigo a una nación de oportunidades; la intranquilidad por
la paz. ¡Todavía hay tiempo!
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