martes, 28 de noviembre de 2017

TORTURA CHINA

Consistía en inmovilizar a la víctima boca arriba a modo que le cayera sobre la frente una gota de agua fría cada cinco segundos. ​ Después de algunas horas, el goteo continuo provocaba daño físico en su piel, similar al que sufren las yemas de los dedos después de un baño de inmersión.
Pero la verdadera tortura para la víctima era la locura que le provocaría el no poder dormir, debido a la constante interrupción del sueño y tampoco poder beber esa agua cuando la sed atacara, con lo cual a los pocos días sobrevenía la muerte por paro cardíaco.
Dentro de las cuestiones electorales atípicas acontecidas recientemente en Honduras, por primera vez en 36 años, el Tribunal Supremo Electoral se está tomando 96 horas para poder declarar de manera anticipada, pero formal, los resultados de la votación a nivel presidencial. Lo inesperado, para quienes detentan el poder y se resisten a entregarlo en paz los está orillando a practicar una suerte de tortura china que quizás esté haciendo más mella en los victimarios que en las víctimas. Con sus repetidas conferencias de prensa saturadas de amenazas y llamados desesperados al desorden para justificar en las calles lo que no obtuvo en las urnas su candidato ilegal a la reelección, están hastiando a un pueblo que comenzó a observar sus aventuras ilegales e inconstitucionales desde hace 4 años.
Una acción infortunada en 2009 que pudo resolverse de mejor forma obligó a la comunidad internacional a adoptar acciones para que Honduras corrigiera el entuerto causado. La aplicación de la Carta Democrática Interamericana por parte de la OEA despedazó a la economía hondureña. La crisis financiera internacional sumada al ostracismo internacional que sufrió el país causó efectos de los cuales aún no nos recuperamos.
Intentar sumir en el caos la patria, haciendo prevalecer el sectarismo y la sed insidiosa de anquilosarse en el poder a cualquier precio, nos podría llevar a una crisis institucional más severa que la sufrida hace 8 años, con mayores repercusiones adversas y con la imposibilidad de recuperar la confianza perdida hacia Honduras por parte de los actores internacionales.

Nadie puede arriesgarse desde afuera a hacer negocios en un país con un gobierno que irrespeta sistemáticamente las leyes en perjuicio de sus conciudadanos, pues la inferencia es simple: sí se incumplen los compromisos legales en el ámbito nacional, puede ocurrir lo mismo en lo que a compromisos internacionales compete. Y es difícil encontrar masoquistas buscando que les apliquen la tortura china.  

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